Tribuna
La enseñanza de las matemáticas, un problema de país
Nuestros estudiantes fallan una y otra vez en matemáticas y en comprensión lectora, dos cuestiones que tienen una cierta relación, ya que las matemáticas se hablan y se aprenden en la lengua vehicular
Leía estos días el prólogo de un libro titulado El prodigioso jardín de las matemáticas, de Alexander Niklitschek, que cayó de manera fortuita en mis manos, y me quedé con estas frases: «También yo padecí, durante mucho tiempo, del mal que aqueja a la mayoría en cuestión de matemáticas. Mi comprensión era muy escasa, y la mente no lograba asimilar ni siquiera los principios o leyes fundamentales de esta ciencia, tan diáfana a despecho de las asperezas que la revisten». Y seguía: «Mi angustia y depresión se trocaron en férvido entusiasmo, y fue entonces cuando descubrí con sorpresa todo el esplendor que irradia de esta magna obra de la inteligencia, de las tan deplorablemente aborrecidas matemáticas». Podría parecer que esto estaba escrito ahora, pero el libro fue publicado en los comienzos de 1939. Trataba el autor de mostrar, con numerosos ejemplos, como las matemáticas son imprescindibles en nuestra vida cotidiana. Y lo que describe es lo que le ocurre a algunas personas, cuando, en un momento dado, sus neuronas hacen un clic y el edificio de las matemáticas aparece diáfano ante sus ojos.
Ahora estamos en un momento complicado y paradójico. Por un lado, nuestros estudiantes y futuros ciudadanos han demostrado una enorme brecha en los conocimientos matemáticos, cuando por otra parte las matemáticas están en la base de la ciencia de datos y la inteligencia artificial, y las empresas demandan más y más matemáticos. El Informe Pisa recientemente conocido ha supuesto un mazazo a nuestro sistema educativo, y aunque podamos achacar una bajada a la pandemia que hemos sufrido, los resultados no han hecho sino confirmar la tendencia que venimos observando desde hace muchos años. Nuestros estudiantes fallan una y otra vez en matemáticas y en comprensión lectora, dos cuestiones que tienen una cierta relación, ya que las matemáticas se hablan y se aprenden en la lengua vehicular.
La radiografía de Pisa nos dice que el porcentaje de estudiantes excelentes es menor que la media, y que, por el contrario, los que están en la parte baja doblan la media. Mantenemos, eso sí, un sistema garantista, aceptable, en el que nadie se debería quedar fuera.
Hace ya unos 20 años, tuve la oportunidad de participar en una ponencia en el Senado titulada Ponencia sobre la situación de las enseñanzas científicas en la educación secundaria, constituida en el seno de la Comisión de Educación, Cultura y Deporte de entonces. Se puede por tanto encontrar allí, además de estar recogida al completo en un bello libro de tapas verdes editado por el Senado. Muchas de las propuestas que ahora describiré ya estaban allí recogidas. Y para asombro de los que asisten hoy en día a las duras diatribas parlamentarias, recordaré que en esta ponencia participaron todos los grupos políticos y las conclusiones fueron aprobadas por unanimidad. Hablo del 13 de mayo de 2003. Esto demuestra que el consenso en temas educativos es posible si hay voluntad de ello. Y, es más, en este ámbito el consenso es más necesario que nunca para evitar el desfile de leyes educativas a los que somete el sistema educativo.
¿De qué medidas hablamos? Me voy a referir solo a las matemáticas:
Aumentar los contenidos de Matemáticas en la formación inicial de los maestros. Porque no se puede enseñar lo que no se conoce adecuadamente, y los destinatarios son los estudiantes de Primaria. Y si van mal en matemáticas en Primaria, irán peor en Secundaria.
Mejorar la formación continua del profesorado, y facilitar su participación en seminarios y congresos educativos, ya que muchas veces se ven obligados a desarrollar estas actividades a partir del viernes por la tarde y todo el fin de semana.
Apostar por una enseñanza matemática que vaya más en la idea de comprender los fundamentos y no caer en memorismos inútiles. Y esto requiere además una enseñanza basada en contextos, porque las matemáticas no caen del cielo ya formuladas, las hemos ido construyendo por milenios. Y relacionarlas con otras ciencias, que en definitiva está en la base de la enseñanza STEM. Para ello necesitamos que los profesores reciban esa formación continua, adquiriendo esos conocimientos que luego puedan transmitir a sus alumnos.
Convertir cada centro escolar en el corazón del barrio, consiguiendo una implicación de los ayuntamientos, las familias y toda la ciudadanía. No podemos enviar a nuestros hijos a la escuela y pensar que la tarea educativa se termina ahí, debe continuar en la calle y en los hogares.
Decíamos que el número de alumnos excelentes es la mitad de la media. Se olvida que hay un programa de la Real Academia de Ciencias, que se puso en marcha hace 25 años, y que ya está implantado en 11 comunidades autónomas (abarcando el 81% de la población española) y que identifica el talento matemático en niños de 12-13 años. Estos niños siguen esas enseñanzas específicas dos años obligatorios y un tercero voluntario, de manera que cada año 1000 chicos participan en el programa. Apoyen a ESTALMAT y tendrán resuelto el problema de la excelencia.
Y para los que van mal, no hay más solución que reforzar la docencia. Hay familias que pueden pagar un profesor particular de matemáticas, pero no todas, y entonces será tarea de las administraciones públicas aportar esos recursos.
Se anuncian fondos extras para tratar de paliar el problema. Pero seamos racionales. Este problema desde ser debatido entre el Ministerio de Educación y las Consejerías autonómicas del ramo; analizarlo, identificar las causas, proponer las medidas y aportar los recursos humanos y económicos necesarios. Trabajando coordinadamente, porque este es un problema de país, y nuestra principal riqueza son nuestras gentes, que merecen la formación necesaria para conseguir una sociedad más justa y competitiva.
Manuel de León. De la Real Academia de Ciencias y fundador del Instituto de Ciencias Matemáticas ICMAT
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