
Y volvieron cantando
Envueltos en la kufiya
Su marchamo es además profundamente antisemita y en consecuencia alineado con la idea de considerar al de Israel un estado terrorista alineado con el imperialismo yanki
El masivo ataque terrorista de Hamás en territorio israelí abriendo una nueva puerta de sangre y fuego al conflicto entre judíos y palestinos ha vuelto a poner de manifiesto la verdad desnuda de la posición por parte de la izquierda española agarrada a unos supuestamente justos ideales y envuelta en la kufiya que, además del cuello les cubre los ojos, en una ceguera permanente y alejada de cualquier posibilidad de discernir entre el bien y el mal, entre la lucha por la dignidad de los pueblos o las prácticas terroristas o entre lo que supone un estado democrático como el de Israel y estados autoritarios como los que le rodean en Oriente Medio. La izquierda española tiene un problema de percepción a la hora de contemplar nuestra posición en materia internacional y lo que es peor, mantiene unas posiciones anquilosadas en la realidad de hace décadas, lo que la distancia de forma más que evidente del resto de izquierdas europeas.
La irrupción de Podemos en el panorama político sentó las bases de una muy peculiar izquierda nacional que, a diferencia de la griega, la italiana o la francesa –por citar estados de nuestro entorno mediterráneo– se nutre de los más genuinos valores del populismo bolivariano instalado en América Latina y con el que les unen unos lazos especialmente estrechos. La izquierda española nunca tuvo el menor interés en desmarcarse, primero de las fechorías de la dictadura castrista en Cuba y después del desprecio a las libertades por parte de regímenes como el de Chávez y Maduro en Venezuela. Su marchamo es además profundamente antisemita y en consecuencia alineado con la idea de considerar al de Israel un estado terrorista alineado con el imperialismo yanki. En contraste, no hay ningún reparo en no condenar las violaciones de derechos humanos en estados como el iraní cuyos particulares vínculos con Podemos y su fundador Pablo Iglesias resultan evidentes. Tampoco se oculta la animadversión hacia la Alianza Atlántica y en consecuencia las simpatías hacia el régimen de Putin tras la agresión a Ucrania. Es la esquizofrenia que llega incluso al propio gobierno de la nación con protagonistas que se sientan en el Consejo de Ministros incapaces de diferenciar entre el terrorismo de Hamás y los derechos del pueblo palestino. Es la izquierda que seguirá marcando la pauta del país en la próxima legislatura. Radical y envuelta en la kufiya.
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