Aunque moleste

Europa en Babia

La UE no funciona por la incompetencia de sus dirigentes

Ya tenemos otra vez revuelto el gallinero europeo, ahora por las políticas de Defensa, pero también con relación a qué hacer ante la andanada proteccionista de Trump, que no va a tardar nada en poner aranceles a los asociados del provecto continente. Teniendo en cuenta que al presidente USA sólo le importa su país («América First»), lo de estos gravámenes hay que interpretarlo como parte de la estrategia de tensar para ganar. Anuncia aranceles durísimos que fuerzan a negociar a China, México, Canadá y Europa, imponiendo previsiblemente después como transacción para rebajarlos que los afectados cedan en algo o compren más productos estadounidenses. Si es así, el arancel decae. De lo contrario, se mantiene. En ambos casos hace caja, por mucho que diga Albares que «nadie gana en una guerra comercial». Ya lo hizo en su primer mandato y ahora quiere repetirlo con idéntico resultado para Washington, siendo el debate sobre Defensa una parte importante del mismo. Le ha dicho Trump a Europa: uno) hay que subir al 5 por ciento el presupuesto militar, sabiendo que igual no logra el 5, pero sí el 3; y dos) ese dinero extra para la industria bélica hay que emplearlo en encargarle armas a Estados Unidos, pues sólo así se atenuarán los aranceles. En el caso de Europa, la presión arancelaria es más que relevante, teniendo en cuenta la dependencia tecnológica y energética que a este lado del Atlántico tenemos del hermano gringo. Luego es una batalla con las cartas marcadas, en la que Europa tiene las de perder. Sobre todo porque el nuevo emperador sabe que es complicado poner de acuerdo a la UE en casi nada, y ese caos acaba beneficiando a la Casa Blanca.

Europa ha demostrado ya con creces que su principal vulnerabilidad estriba en la división. Dada la dificultad en coordinar a sus líderes, llega tarde a los debates, y por tanto en inferioridad de condiciones. El resultado es que se queda desplazada no sólo en materia militar, sino en tecnología en general, en el ámbito energético y en casi todo. Chinos y americanos se disputan la prevalencia en IA, y a Europa ni se la espera. Igual que en el coche eléctrico, con afectación grave para la industria automovilística, tan importante en Alemania, Francia, Italia o España.

Eso sí, somos líderes en regulaciones verdes y trabas climáticas. En vez de centrarse en definir métodos de funcionamiento ágiles, que tornen a la UE en competitiva, los burócratas de Bruselas se dedican a planificar cómo seguir aumentando el número de miembros de la Unión, poniendo ya el objetivo en 36 (hoy somos 27). Si aún no se ha digerido bien la ampliación al Este, meter a otros nueve países puede acabar dando al traste a una Confederación en la que cada vez es mayor el peso de los partidos euroescépticos.

Europa no funciona porque su dirigencia destaca por su nivel de incompetencia. Da para pensar el hecho de que Teresa Ribera sea la número dos de la Comisión. Los perdedores de las últimas elecciones (Macron, Scholz, Sánchez) se han conjurado para repartirse cargos y evitar que manden los ganadores (Meloni, Le Pen, Orban). El mundo al revés y la UE en Babia, esperando a que Trump diga qué tenemos que hacer.