Sin Perdón
La falta de cordura y mesura de Sánchez
«Los dirigentes socialistas europeos tienen un socio que no solo miente compulsivamente, sino que se pavonea de hacerlo para impedir que gobierne el PP»
El candidato socialista pronunció ayer un discurso que era una antología del disparate y el esperpento. Lo hizo delante de los dirigentes del socialismo europeo y los habituales palmeros que aplauden con un desmedido fervor sus cambios de opinión. Hemos alcanzado un punto de extravagancia en la política española que las excentricidades del sanchismo nos parecen normales. La izquierda mediática lo lleva entre algodones y los medios nacionalistas catalanes lo acabarán elevando a los altares de la estulticia política como San Pedro Sánchez. Es una situación grotesca. Este sábado se mostraba orgulloso de los pactos alcanzados con los independentistas y los antiguos miembros del aparato político y militar de ETA. No sé por qué prometen o juran cumplir y hacer cumplir la Constitución. Los dirigentes socialistas europeos tienen un socio que no solo miente compulsivamente, sino que se pavonea de hacerlo para impedir que gobierne el PP. Es algo insólito en la Unión Europea. En ningún país se ha producido un espectáculo de estas características. Han firmado el pacto para comprar los diputados de Junts en Bruselas donde está la residencia de un delincuente político.
Sánchez aseguró que lo entregaría a la Justicia. Es la constatación de que su palabra no vale nada. Es un socialismo sin ética que se ha transformado en un instrumento al servicio de sus caprichos. La ley que consagra la impunidad de los que vulneraron el ordenamiento constitucional y estatutario es algo que los españoles no olvidarán. Su estrategia de pacificación, cuando no hay nada que pacificar, pasa por rendirse sin condiciones ante Puigdemont y Junqueras. Al primero le ha dado una amnistía que es un cheque en blanco para todos los delitos cometidos y asume que es un conflicto político que nunca se habría tenido que judicializar. Acepta que se persiga y amedrente a los jueces y fiscales con comisiones de investigación. Es el tenor literal de lo que establece el pacto. Se constituirán en un Congreso controlado por los independentistas, los herederos de ETA y los comunistas y antisistema de Yolanda Díaz. Cualquier cosa será validada por Conde-Pumpido que ha sido impuesto por Sánchez para blanquear y legitimar las tropelías jurídicas del sanchismo y el uso alternativo del Derecho.
En una de esas piruetas características del presidente en funciones pidió «cordura al PP» y que acepte «el resultado de las urnas y la legitimidad del Gobierno». Lo mejor fue su referencia «al abrazo del oso de la ultraderecha» cuando se ha humillado ante Puigdemont, Junqueras, Ortuzar y Otegi. No lo han conseguido Pablo Iglesias y sus acólitas, Irene Montero e Ione Belarra, porque son muy torpes y han convertido Podemos en el tonto útil al servicio del sanchismo. Sus diputados no valen nada. Es verdad que Sánchez cuenta con el poder de La Moncloa, que es enorme incluso estando en funciones; el servilismo de la presidenta del Congreso, Francina Armengol; sus mariachis socialistas que son loritos fieles que repiten las consignas; RTVE que han convertido en el canal temático del PSOE; el fervor del diario gubernamental que es el BOE monclovita y los medios de izquierdas que compran toda la basurilla ideológica del aparato de propaganda del sanchismo. Al menos, los compañeros de viaje del comunismo eran intelectuales de primer orden. Hasta Stalin y Lenin consiguieron, desgraciadamente, unos colaboradores que no estaban movidos por comer del pesebre público. Los sanchistas de ahora, sin excepción, eran sus más implacables enemigos.
Sánchez tiene la costumbre de hablar de la soledad del PP y se pavonea de su capacidad negociadora. La izquierda fue derrotada en las pasadas elecciones, porque Junts y PNV son formaciones de derechas. Otra cuestión distinta es que sus principios políticos queden en un segundo lugar con tal de participar activamente en el saqueo y debilitamiento de España. No creo que nadie en su sano juicio pueda considerar que Ortuzar y Puigdemont son de izquierdas. A pesar de ello, Sánchez se refiere a la soledad de Feijóo que le derrotó en las urnas y contaba con el respaldo de formaciones que consiguieron más de 11 millones de votos. La descalificación de Vox, que cedía sus votos en la investidura, es otro esperpento, porque ni ha protagonizado una rebelión, como Junts y ERC, o ha apoyado a un grupo terrorista como han hecho Otegi, Txapote o Ternera que son quienes mandan en Bildu. Los tres han sido dirigentes importantes de ETA, pero en España es normal que el PSOE, que sufrió sus crímenes, se dedique ahora a blanquear a los antiguos dirigentes de su aparato político y militar. Alguien me tendrá que explicar por qué un partido constitucionalista como Vox es peor que los independentistas, los antisistema y los herederos de ETA.
Por cierto, aunque Sánchez no se ha enterado, el socialismo europeo está adoptando una posición dura con la inmigración. No hay más que leer las declaraciones del canciller alemán. El centro derecha gobierna, con el apoyo de Vox, varias comunidades y ayuntamientos sin que se haya producido ninguna regresión de derechos salvo que cortar el grifo a los amigos independentistas de Ximo Puig se pueda incluir en ese apartado. El problema de la izquierda política y mediática es, precisamente, la enorme cantidad de dinero que obtiene de los presupuestos públicos. Por ello, no solo aceptan que Sánchez sea incapaz de plantar cara a los enemigos de España, sino que se someta a sus escandalosas exigencias para que sigan ocupando cargos en la Administración del Estado, su sector público institucional y empresarial y recibiendo ayudas y subvenciones que sirven para comprar la conciencia de muchos dirigentes socialistas. La falta de cordura y mesura no es de Feijóo, sino de Sánchez.
Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)
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