Y volvieron cantando

O yo o el fascismo

Sánchez y “su” PSOE tienen una sola cosa en común y no es otra que el mantenimiento del poder a cualquier precio

El PSOE ya saben, el de hoy arrancaba la semana metiendo la directa hacia un inquietante panorama que socialistas poco sospechosos de ser “vieja guardia” como Odón Elorza contemplan como un abismo, solo que a diferencia de Thelma y Louise no viajan solos en los asientos delanteros de su descapotable, sino que conducen un autobús donde se encuentran los ciudadanos, las instituciones, la división de poderes y las reglas del juego contempladas en el espíritu de una constitución que este martes juraba la princesa Leonor en presencia de quienes representan a una mayoría que se siente española y con la ausencia de quienes solo desean el fin de una nación con siglos de historia.

Sánchez y “su” PSOE tienen una sola cosa en común y no es otra que el mantenimiento del poder a cualquier precio, esa es la única argamasa que les une por encima de cualquier consideración relacionada con la ética o la decencia política y a lomos de una línea de actuación que desprecia e incluso pone en cuestión el futuro de la sana alternancia en el poder, que parece tratar como idiotas a los atónitos ciudadanos mostrándoles una sucesión de trampantojos, que se sostiene en el convencimiento de que no hay escándalo que dure seis meses y muchos menos cuatro años de previsible legislatura sostenida en intereses espurios y lo que es peor, que sitúa a la ciudadanía frente a la peligrosa disyuntiva maniquea de “o yo o el fascismo” dando carta de normalidad a cualquier desatino político en línea con las exigencias del independentismo con el único fin de evitar -y lo cierto es que gran parte de la opinión publica lo compra- el advenimiento al poder de esa derecha a la que se señala como peligrosa comedora de niños crudos…y cuela, vaya si cuela.

A Sánchez no le importa ser rehén de Puigdemont y otros enemigos declarados del estado que le marcarán incluso líneas maestras en su discurso de investidura y no le importa, sencillamente porque su particular objetivo no es otro que la permanencia en la confortable jaula de oro de la Moncloa. Ni siquiera se percibe una estrategia marcada para cambiar el régimen del 78 por otra cosa bajo el manual del “asalto a los cielos”. El único manual es el de supervivencia ya saben, ese que puede arrumbar al país a la irrelevancia. Pero tranquilos, hemos frenado a la derecha.