Bonus Track
Frankenstein
Nadie sabe cuánto tardará en derrumbarse este «House of cards», el castillo de naipes español
Lo que hace Sánchez –almorzarse partidos e idearios de la izquierda, desde el centro hasta el extremo–, es lo único que puede hacer, porque, ¿dónde iba a encontrar los votos que ha perdido el Psoe desde Zapatero hasta ahora? ¿A su derecha…? No, tiene que sacarlos del único ámbito donde puede rascar algo: los extremos izquierdos. Pero ni siquiera con tales votos le basta ya porque, aunque se proclame vencedor, en realidad el espacio político que representa el Psoe ha ido perdiendo votantes sin cesar. Por eso ha acudido a la derecha radical, nacionalista e independentista, para cubrir los escaños que le faltan para lograr una mayoría «gobernante» (no funcional, en realidad). Arriesgándose a introducir un elemento de inestabilidad muy peligroso para la alianza Frankenstein (Rubalcaba dixit). Como mezclar agua con mercurio: el resultado jamás puede ser sólido. No olvidemos que el invento del doctor Frankenstein fue un monstruo resultado del experimento gótico que pretendía «arrancar a los dioses la potestad de otorgar el divino don de la vida» para crearla en un laboratorio utilizando restos de cuerpos muertos. Si al monstruo, en la extraordinaria novela de Mary Shelley, le dieron una cierta vida miserable los impulsos eléctricos aplicados sobre carne difunta, a las alianzas antinaturales de partidos, creadas en la actualidad, solo les ha dado energía vital el poder del dinero extraído de quienes no se reparten el pastel sino que son «el pastel» mismo: los contribuyentes que están pagando el festín mientras se quedan mortalmente famélicos. El desequilibrio es injusto y sin duda oneroso para unos, mientras resulta un rentable chollo para quienes controlan el juego. Por eso nadie sabe cuánto tardará en derrumbarse este «House of cards», el castillo de naipes español. Todo lo cual ha extremado la política, ahora estructurada como un sistema donde resulta muy difícil que ascienda la gente valiosa, decente, que piensa en el bien común y no en el propio. Por decirlo en términos microbiológicos, han convertido «el negocio» de la política en un medio ideal para que prosperen los gérmenes.
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