Tribuna

El genocidio al revés

¿Alguien se imagina que hace algunos años hubiéramos visto abrir telediarios citando como fuente de información fidedigna al «Ministerio de Salud de ETA»?

El genocidio al revés
El genocidio al revésRaúl

Supongo que no es casualidad que, cada vez que se acerca un punto de inflexión que podría poner fin a décadas de tragedia en Oriente Medio, caiga una nueva bomba atómica de propaganda judeófoba. Aviso a lectores y a navegantes: quien esto firma, sin ser judía, nunca ha ocultado su simpatía por el Estado de Israel. Pero ante todo, señores, soy periodista de profesión, soy una persona que me siento en la obligación de informarme antes de informar, y créanme que de este tema llevo documentándome a fondo, hace muchos años. Estoy dispuesta a discutirlo con quien sea, pero exijo lo mismo: la verdad por delante.

Déjenme poner un ejemplo que ha desatado ríos de tinta. Me refiero al incidente en un avión de Vueling que se saldó dejando en tierra a cincuenta jóvenes judíos franceses y con la imagen de su monitora reducida y esposada por la Guardia Civil. Sobre este asunto corren versiones tan apocalípticas como aparentemente irreconciliables. Para unos, los viajeros fueron víctimas de la nueva, feroz e innegable escalada antisemita que amenaza con devolvernos a los tiempos de Anna Frank. Para otros, los niños, judíos o no, eran unos alborotadores y como tales fueron tratados. Yo no me he querido pronunciar porque me faltan datos y porque me extraña mucho que la Guardia Civil, precisamente, actúe como la Gestapo. En fin, que mientras lo que pasó en el avión de Vueling no se aclare, yo guardaré un prudente silencio. Todo el mundo, incluido el ministro Óscar Puente, debería hacer lo mismo.

Otro tanto aconsejo a mis colegas «periodistas» que dan por buena la terrible hambruna en Gaza sin pararse a pensar que no existe el hambre selectiva. Si salen fotos de niños en los huesos en brazos de madres rollizas, algo falla. No da la impresión de que Gaza sea Auschswitz. El mismísimo The New York Times tuvo que admitir que les habían «colado» una foto de un niño gravemente enfermo –ya antes de la guerra–, no hambriento. Para fotos de gente demacrada y desnutrida, la de los pocos rehenes liberados por Hamás hasta ahora. Esos sí que daban pena. Todos. Ninguno tenía el aspecto saludable y hasta desafiante que muestran varios gazatíes en los puntos de recogida de alimentos.

¿Tan difícil es admitir que a veces nos engañan? ¿Que Hamás lucha no por Gaza, sino por su supervivencia como organización asesina, y eso incluye usar a los gazatíes como escudos del terror, provocar crisis humanitarias como arma de guerra y dinamitar un sistema de reparto de la ayuda que hasta ahora controlaban y saqueaban? ¿Alguien se imagina que hace algunos años hubiéramos visto abrir telediarios citando como fuente de información fidedigna al «Ministerio de Salud de ETA»?

¿Lo hace Netanyahu todo bien, y sus enemigos todo mal? Ni por asomo. Nada más hay que ver las profundas divisiones que están surgiendo en la sociedad israelí. Pero por favor, seamos serios. Mucho se habla estos días del reconocimiento de Palestina, cuando lo que en realidad urge es reconocer a Israel. De verdad. En serio.

La cacareada solución de los dos Estados podría haber sido una realidad ya en 1948, cuando la ONU aprobó la partición del antiguo protectorado británico entre árabes y judíos. Los judíos aceptaron la partición. Los árabes no. Antepusieron la destrucción del Estado hebreo a la construcción de un Estado palestino que como tal no había existido nunca. Y que a este paso nunca existirá. No mientras matar judíos sea más importante.

A los gazatíes les diría una cosa: qué mala suerte han tenido ustedes. Si en plena guerra fría el testigo de la judeofobia pasó de la Alemania nazi a la URSS, con todos sus satélites, ahora todavía es peor porque sus «aliados» son Estados fallidos como Irán, la Venezuela bolivariana y los ejércitos de la posverdad woke. Los de «del río (Jordán) al mar (Mediterráneo)» = destrucción total de Israel. ¿Nadie se da cuenta de que el genocidio va al revés?

La izquierda dogmática nunca fue tímida reinventando la Historia. Pero, por lo menos los estalinistas de antes habían estudiado. Los de ahora se creen sus propias mentiras. Si esto sigue así, ellos seguirán poniendo la propaganda, ustedes los muertos… y algunos de nosotros, la estupidez. Seguro que los vecinos de la familia de Anna Frank que los denunciaron a los nazis tienen descendientes que han llorado a moco tendido viendo «La lista de Schindler». A buenas horas. La verdad hay que mirarla a la cara cuando todavía se está a tiempo.

Anna Graues periodista, escritora y exdiputada en el Parlamento catalán.