El canto del cuco

La trampa de los Presupuestos

Sánchez pone a sus socios, sobre todo a los más renuentes, entre la espada y la pared. O aprueban las cuentas o se disuelven las Cortes, hay elecciones y llegan las derechas. «¡Elijan ustedes!», dirá

El presidente Sánchez ha dejado caer antes de irse de vacaciones que a la vuelta, en el otoño, tratará de presentar en el Congreso de los Diputados sus primeros Presupuestos Generales del Estado. Es una buena jugada, con múltiples aspectos que favorecen la prórroga de su estancia en La Moncloa, único o principal objetivo de su vida. Los Presupuestos se convertirán en una gran trampa para incautos. Él sacará provecho de la iniciativa, sea cual sea la respuesta del Parlamento. Así que esta vez, sin que sirva de precedente, Sánchez cumplirá seguramente su palabra y habrá debate presupuestario. No es que le preocupe mucho gobernar sin Presupuestos o sin respaldo parlamentario, como ha confesado con descaro alguna vez; pero si tiene Presupuestos y apoyo de la mayoría, mucho mejor. Ahora carece de las dos cosas. Por eso la oposición y la corriente mayoritaria de la opinión pública, incluida la socialista, le están diciendo a gritos que lo deje. Pero él, como se sabe, no está por la labor. Sigue, erre que erre, apalancado en el poder. ¿Lo hace por ambición personal, por «lealtad progresista» para cerrar el paso a la derecha, por miedo a quedarse a la intemperie? Por lo que sea; el caso es que no está dispuesto a tirar la toalla. No hay que darle más vueltas. Con la jugada de la presentación de las cuentas del Estado, recuperará la iniciativa política y distraerá al personal de las actuaciones judiciales sobre los casos de corrupción que le afectan de cerca y que previsiblemente se reactivarán con fuerza en otoño. De paso, cumplirá el precepto constitucional, hasta ahora desoído, de presentar cada año el proyecto de Presupuestos en el Congreso, cuyo incumplimiento es incomprensible en Europa. Como se sabe, si un Gobierno europeo no saca adelante los Presupuestos, dimite. Y llegamos así a la trampa saducea. Sánchez pone a sus socios, sobre todo a los más renuentes, entre la espada y la pared. O aprueban las cuentas o se disuelven las Cortes, hay elecciones y llegan las derechas. «¡Elijan ustedes!», dirá. Los Presupuestos equivaldrían así a una cuestión de confianza, en un momento en que sus socios no están para elecciones, según los sondeos. En caso de que las cuentas salieran adelante, algo ahora mismo improbable, el sanchismo agotaría, triunfal, la legislatura. Por el contrario, si no se aprobaran los Presupuestos, algo verosímil, acudiríamos a las urnas en la primavera de 2026, coincidiendo con varios comicios regionales. Pase lo que pase, Pedro Sánchez ganará un tiempo precioso.