Las correcciones

Sánchez, Huawei y la bofetada arancelaria de Trump

La satisfacción aunque no «entusiasmo» del presidente con el acuerdo comercial de EE.UU. parece prematura

El euro sufrió el lunes su mayor caída respecto al dólar desde mayo tras conocerse los términos del acuerdo comercial entre Estados Unidos y la Unión Europea. Los inversores apostaron a que Europa sería la gran perjudicada del aumento de los costes del comercio global. Alemania y Francia mostraron su preocupación por los efectos de la apisonadora arancelaria de Donald Trump. «No solo habrá una mayor tasa de inflación, sino que también afectará al comercio transatlántico en general», afirmó el canciller alemán, Friedrich Merz. Reconoció que el tipo arancelario del 15% a la mayoría de importaciones de la UE causará «daños considerables» a la economía de su país que arrastrará a la economía europea y, de rebote, a la estadounidense. El primer ministro francés, François Bayrou, por su parte, afirmó que el acuerdo comercial marcaba un «día negro» para la Unión Europea que, en su opinión, se había «resignado a la sumisión». Por el contrario, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, respaldó públicamente el acuerdo comercial con Estados Unidos, aunque matizó que lo hacía «sin ningún entusiasmo». Sánchez está aliviado porque cree que ha esquivado la amenaza de Donald Trump de imponer aranceles adicionales a España por su «no» a la OTAN. Pero su alivio parece prematuro.

Desde que el presidente de Estados Unidos amagó con castigar a España, Pedro Sánchez no ha hecho nada por reconducir las relaciones bilaterales. Más bien lo contrario. Estados Unidos y la Unión Europea han protestado por la firma de un contrato de 12 millones de euros con Huawei para gestionar un asunto tan delicado como son las escuchas telefónicas. Los presidentes de los comités de inteligencia del Senado y la Cámara de Representantes de EE.UU. pidieron a la directora de inteligencia nacional, Tulsi Gabbard, que revisara «todo el intercambio de información con los servicios de inteligencia, defensa y fuerzas del orden de España». En la carta, el senador Tom Cotton y el congresista Rick Crawford escribieron: «Desde la primera administración Trump, Estados Unidos ha emprendido un esfuerzo gubernamental integral para eliminar la amenaza que los equipos de Huawei... Hasta que España siga su ejemplo, el Gobierno debe garantizar que cualquier información compartida con el Gobierno español sea redactada de forma que no se incluyan detalles que no deban compartirse con el [Partido Comunista Chino]». Para el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, sin embargo, «no existe ningún riesgo para la seguridad». Es el único que lo cree.

La Comisión Europea, por su parte, ha dado un golpe en la mesa. Bruselas ha pedido a los Estados miembros que impongan restricciones a los «proveedores de alto riesgo», como Huawei y su rival chino ZTE, y el acuerdo de espionaje va en contra de este mandato. Ni en EE.UU. ni en la UE han gustado las recurrentes visitas (tres, en dos años) del presidente del Gobierno a Pekín en busca de inversiones y acuerdos comerciales chinos. La sede de Huawei en la provincia de Guangdong es un pastiche arquitectónico de inspiración europea. El campus reproduce desde el Palacio de la Alhambra al de Versalles. El proyecto arquitectónico es un reflejo de las ambiciones globales del gigante tecnológico chino, a las que la España de Pedro Sánchez ha decidido poner alfombra roja.