La situación
Glorificar la amnistía
«Fue Sánchez, y no otro, quien estableció el compromiso público de que nunca pactaría con Bildu»
Pedro Sánchez pudo elegir el viernes 13, en medio del puente de la fiesta nacional, para reunirse con partidos residuales o ignorables para su investidura, como BNG, UPN o Coalición Canaria. Pero los estrategas de Moncloa eligieron bien los turnos de convocatoria, y decidieron que ese viernes vacacional era la opción menos mala de las posibles para ubicar la embarazosa cita de Sánchez con el partido de Otegi y con el de Puigdemont, mientras varios millones de españoles disfrutaban de los últimos rescoldos del otoño veraniego en la playa o la montaña. Pero la cita existió, y las imágenes históricas nunca se pierden en el fondo infinito de un saco roto.
No en este caso, porque fue Sánchez, y no otro, quien estableció el compromiso público de que nunca pactaría con Bildu. Y porque fue Sánchez, y no otro, quien estableció el compromiso público de que traería a Puigdemont a España para entregarlo a la Justicia. Ahora, Sánchez pacta su permanencia en el poder con los diputados de Otegi, y pacta con un prófugo la amnistía y un mandato más en Moncloa. Busque, compare y si encuentra un caso similar en alguna democracia occidental, cuéntenoslo.
La buena noticia para Pedro Sánchez es que una parte de la sociedad –esa parte que le sigue con notable fidelidad– no considera que nada de eso resulte noticioso, ni haya que colocarlo en la columna de su debe, sino de su haber. Según esa corriente de pensamiento, no habría motivo para tener en cuenta el presente, ni mucho menos recordar el pasado, de ninguno de esos actores políticos a los que la democracia española trata con una generosidad digna de otras causas mucho más respetables que la de un partido heredero de una banda terrorista, y otro que reúne a buena parte de quienes organizaron el asalto a la legalidad que supuso el proceso independentista.
La semana que empieza hoy permitirá a Pedro Sánchez subir algún escalón más de la escalera que le conducirá a su nueva investidura. Por el camino asistiremos a la glorificación de la amnistía, cuando al país se le prometió justo lo contrario hace tres meses.
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