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Canela fina

De González a Sánchez

«Pedro Sánchez teme que la derrota electoral no le conduzca a la jefatura de la oposición, sino al banquillo de los acusados»

Los alfiles políticos y los tertulianos que sorben los vientos por Pedro Sánchez sacuden ahora el ajedrez nacional para agredir a Felipe González, al que consideran varado en los años ochenta del siglo pasado. Pero la realidad desmonta las argumentaciones falaces. González defiende lo mismo por lo que hace solo un lustro abogaba Sánchez. «Yo lo he dicho en privado –afirmó el presidente del Gobierno– y también lo he dicho en público. Y lo digo aquí (en el Congreso de los Diputados) para que conste en acta. Con todo respeto hacia los votantes de ERC, yo no voy a permitir que la gobernabilidad de España descanse en partidos independentistas. No lo voy a permitir». Afirmaciones tan rotundas como estas las podemos encontrar sobre la amnistía, las mayorías parlamentarias y otras cuestiones sustanciales. Hace cinco años, Sánchez coincidía punto por punto con González. Cuando necesitó aliarse, primero para la investidura y después para mantenerse en el poder gracias a los escaños de ERC, de Junts, del PNV y de Bildu, el presidente se ancló en la indecencia y naturalmente Felipe González, que es un hombre de Estado, se negó a plegarse dócilmente a las necesidades personales de Sánchez.

Con mano maestra, la verdad, el presidente del Gobierno suele citar al natural, es decir, con la izquierda y la muleta desplegada para engañar al toro de la opinión pública y a los incautos del más vario género. González continúa defendiendo el auténtico socialismo democrático. Sánchez ha cambiado y está entregado con frenesí al sanchismo del Frente Popular.

Y no solo los pesos pesados que engrandecieron durante la gestión felipista al PSOE, sino muchos líderes actuales participan de la preocupación que provoca el desmoronamiento ideológico del socialismo democrático. «Es bochornoso», ha afirmado Page ante el espectáculo de la corrupción en las alturas y ante la ley de Amnistía. Son ya incontables, al margen del Comité Federal amañado la pasada semana, los dirigentes del partido que de forma directa o enmascarada participan de una opinión que resquebraja los cimientos de la Moncloa sanchista.

La situación actual exige elecciones generales. Y que el pueblo decida. Sánchez hará todo lo posible para retrasarlas hasta el año 2027 porque teme que la derrota electoral no le conduzca a la oposición, sino al banquillo de los acusados. Y claro, está en vilo.

Luis María Anson, de la Real Academia Española