Aquí estamos de paso
Greenpeace y la última de Portmán
Portmán sigue siendo un hermoso paraje oscurecido por una bahía muerta
El lunes pasado el Senado vivió un hecho insólito, saludable y esperanzador que conecta al Parlamento con la realidad del país que representa y los problemas que exigen compromiso y solución. Acogió la presentación de un corto documental que reaviva una realidad incómoda, víctima de la desidia gubernamental y de esa especie de olvido en el cajón de los imposibles con que a veces se busca desde el poder enterrar lo que no resulta fácil o políticamente rentable a corto plazo. Por mantener la sorpresa ante lo inusual, hasta el propio Presidente del Senado, Pedro Rollán, hizo suya la exigencia de acción, enarbolando una de las banderas medioambientales más antiguas y necesarias de las que uno puede agitar hoy: la exigencia de actuación para regenerar la bahía murciana de Portmán, ahogada por más de 50 millones de toneladas de residuos mineros vertidos durante 30 largos años.
El documental, realizado por Jorge Martínez, rememora a través de sus protagonistas la acción de Greenpeace el 31 de julio de 1986, cuyas imágenes, captadas por la fotógrafa holandesa Loret Dorreboom, dieron la vuelta al mundo y actuaron de palanca para detener aquel infame vertido que acabó con una de las más hermosas bahías de la costa mediterránea.
La evocación que ha hecho Jorge Martínez de aquel episodio, a través del recuerdo de la fotógrafa y dos de las voluntarias de la organización medioambiental, María Teresa y Zoe, es una conmovedora denuncia del acto criminal de más envergadura contra un mar como el Mediterráneo. Pero lleva en su nombre PORTMÁN, PUNTO Y SEGUIDO, una aspiración que subrayaron tanto el presidente del Senado, como el senador Francisco Bernabé, ex alcalde de La Unión, y ariete fundamental por la regeneración de la bahía, o el actual alcalde, Joaquín Zapata: elevar la voz callada de quienes aspiramos a que se cumpla de una vez el compromiso adquirido por todas las administraciones hace casi 20 años y que ha quedado en el más absoluto de los olvidos.
Portmán sigue siendo un hermoso paraje oscurecido por una bahía muerta. En 2006, gobierno central, autonómico y municipal se aliaron para encarar su regeneración. Gobernaba Zapatero. Cinco años después, en 2011, se aprueba por fin el proyecto de regeneración. Todo en orden. Incluso la declaración de impacto ambiental que firmó la Secretaria de Estado de Medioambiente, cuyo nombre seguro que le suena al avispado lector o lectora, Teresa Ribera. En 2015, ya con Rajoy en el gobierno, se licitan las obras, y un año después comienza la limpieza de la bahía de todos aquellos vertidos que la anegaron y en cuyo cese la acción de Greenpeace fue fundamental.
Pero en 2019 el gobierno socialista mandó parar. Según Teresa Ribera, el proyecto no era ejecutable, cuando ella misma había afirmado y firmado lo contrario unos años antes.
Y así estamos. Todo parado, la herida en el Mediterráneo abierta aunque no sangre, y la gente cada vez más desesperada.
Uno se teme que volvemos a ser víctimas del sectarismo más innoble. Que como el PP es quien ha llevado esta lucha, el resto lo considere mal ajeno, pese a que el medioambiente ni tiene fronteras ni programas electorales. Si todos están por esa labor, ¿no sería momento de avanzar?
María Teresa, voluntaria de Greenpeace, de aquellos que agitaban conciencias jugándose la vida en acciones que ya no se llevan, dice en el documental: «Greenpeace no abandona una batalla hasta que se gana».
Pues aquí nos tiene, vayamos todos juntos a librar la última de Portmán.
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