Apuntes

Hágalo usted mismo

«La melancolía del varón se combate con los vídeos de unos tipos que construyen cabañas en los bosques nevados»

Llueve pausada, cansinamente. Melancolía. ¿Te asaltan dudas identitarias? ¿Ya no te ves como ese macho dominante, paradigma de lo heteropatriarcal, mientras caminas hacia el súper, con la bolsa bien dobladita y los encargos de la parienta detalladamente escritos, que es que no te fijas en las cosas? ¿Cambias de canal cuando aparece Él? ¿Planificas los viajes en función de la autonomía prostática? ¿Enseñas las fotos de los nietos? ¿Has descubierto que, total, el vino blanco no está tan mal? ¿Eres más de derechas que Pedro Primero el Cruel, pero echas de menos a Felipe González? ¿Te asusta encarar una panceta cuando ha caído el sol? ¿Desconoces las virtudes de la Kombucha? ¿Comentas los resultados de los análisis de sangre con los amigos? ¿Empiezas a mirar con simpatía a los del Atlético? ¿No sabes dónde has puesto las malditas gafas?

Pues, compañero, si has contestado sí a tres o más preguntas, tengo la solución a todos tus problemas, y no hablo de liarse la manta a la cabeza y pulirse la pensión donde ya sabes, sino de engancharse a esos vídeos de YouTube en los que un tipo, de físico anglosajón y cara de haber combatido en El Álamo, se construye una cabaña de madera en un bosque nevado, cuanto más frío, mejor, y con herramientas tan chulas como el cuchillo-sierra, la gubia, el cepillo o la amoladora. Hay miles de esos vídeos, pero es mejor quedarse con los más puretas, auténticos artesanos que se fabrican sus propios tornillos de madera, encastran troncos de abedul, de pino o de arce entre las paredes de una torrentera, preferiblemente con el agua a sus pies en estado de congelación permanente, le ponen un tablao, chimenea de ladrillos y cubierta de tierra y yerbas, que la mimetizan con el paisaje circundante, y se iluminan con velas de sebo de venado, cazado al arco o a la ballesta. Hay que desconfiar de esos otros, más jóvenes, que utilizan tablones precortados, sierras mecánicas y tela asfáltica para aislar las cubiertas porque no aguantarían ni un invierno en el post apocalipsis climático que nos anuncia la ministra Ribera. Y, luego, sólo hay que cerrar los ojos e imaginar cómo sería tu refugio perfecto en Montana o Dakota del Norte, en la taiga siberiana o en los Cárpatos, porque si hablas de Picos de Europa o el Guadarrama, olvídate, que aquí está prohibido hasta recoger piñas.