Cuartel emocional

Distopía

Sillicon Valley lleva persiguiendo desde tiempo atrás construir una nueva ciudad desde cero con tecnologías punta y las más avanzadas o exóticas energías renovables

Busco en el diccionario de la RAE y encuentro que distopía es la “representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana”, algo así como lo contrario de la utopía, que es algo bonito y romántico mientras que esto otro a muchos nos disgusta porque supone alienación, la representación de una sociedad imaginaria, injusta y caótica, en la que nadie querría estar. Por ejemplo: una civilización humana que está sometida a los extraterrestres, cuando, según expertos, no estamos preparados para un contacto con seres de otro mundo. Se dice que tenemos una oportunidad de aprender de nuestros vecinos cósmicos de aplicarnos en cómo ser mejores, y, al parecer, existen ya restos alienígenas a nuestro alcance, pero mete miedo darnos cuenta de que no estamos solos porque supondrá el mayor descubrimiento científico que jamás haya hecho la humanidad. Por el momento no se sabe si el Gobierno de Estados Unidos esconde algo hasta que tenga pruebas que lo confirmen. Pero volvamos a nuestro leit motiv de hoy. Distopía realmente suena a palabra de nuevo uso, como disruptivo, y de hecho el corrector me la marca con raya roja, si bien buscando por aquí y por allá nos encontramos con que procede de un término del griego antiguo. Lo de disruptivo ya veremos si lo desarrollamos hoy. Se trata de no hablar de Sánchez, de Feijóo, de Rubiales, de las mujeres muertas esta semana, de las alteraciones del clima y de lo cara que está la cesta de la compra, la luz y la gasolina. Eso lo dejamos para otras páginas u otros autores, porque la que suscribe no está por la labor e imagino que ese par de lectores que siguen estas líneas lo agradecerán.

Todo viene a cuenta a propósito de un reportaje en el que se revela que en California se están comprando terrenos a granel, no vayan a creer que muy baratos por hallarse en un lugar inexplorado e inexplotado, donde se va a levantar una ciudad del futuro, con tecnologías nunca vistas, avalada por una misteriosa compañía respaldada por millonarios de Silicon Valley que ha adquirido ya decenas de miles de acres de tierra no lejos de San Francisco. Pero esto no es nuevo porque Sillicon Valley lleva persiguiendo desde tiempo atrás construir una nueva ciudad desde cero con tecnologías punta y las más avanzadas o exóticas energías renovables. Dicen que es el ejemplo de la distopía, pero algunos lo vemos más cercano a la utopía, a una especie de “Mundo feliz”, como el de Aldoux Huxley. Se habrá calculado, lo primero, estar alejados de la Falla de San Andrés, por muy avanzada arquitectura y técnicas de ingeniería que empleen en la construcción de sus futuristas edificios, donde no es que funcione todo por impulsos de voz: me lo imagino que será a base de movimientos gestuales. Y no caigamos en el error de verlo como algo lejano porque la cosa está ya en marcha, ahí mismo, y quienes están detrás del proyecto cumplen años como todo pichichi y lo quieren ver hecho una realidad antes de alcanzar una edad en que ya no puedan darse cuenta de lo que han levantado. No, no es distopía sino una utopía llevada a la realidad.

CODA. Es bueno, muy bueno incluso, tener un lenguaje rico, abundante, manejar palabras con habilidad es como el prestidigitador que seduce y hasta hipnotiza con su rapidez y su magia. Pero la pedantería no es signo de talento, inteligencia sino todo lo contrario. Los conocimientos hay que administrarlos con humildad, lo mismo que no podemos tampoco ir esparciendo fajos de billetes porque queda hortera. Pero creo que estas líneas distópicas y desesperanzadas, con ausencia de política y de polémicas, nos han entretenido en esta mañana de domingo cuasi otoñal. Ojalá así haya sido.