El buen salvaje

Indiana

Es un hombre mayor. Es un egoísta. No busca salvar al mundo como una Greta Thunberg con pérdida de orina sino divertirse

Lo mejor que va a pasar hoy, además de que María Guardiola, la candidata extremeña, mantenga el silencio, si es que lo hace, es que se estrenará la última entrega de Indiana Jones. Un octogenario Harrison Ford vuelve a hacer de héroe con la carne algo más flácida y la mirada hundida, lo que hace más interesante que gente como ellos, el actor y el personaje, regresen para enseñarnos que más allá de los pactos existen las personas que se visten por los pies y que aguantan vivos en una efebocracia de muerte.

Los nuevos héroes no arrastran lo pies como Indiana, gastan tanto musculoqueo que muchas escenas de acción parecen una carroza del Orgullo gay aunque las interprete Chris Hemsworth, que no parece vivir en el armario. Otros se recetan antidepresivos y cursos de autoestima sin saber cuál será su futuro, he ahí a James Bond, tan melancólico y bajón como si él solo aguantara las resacas de todos los que le precedieron. No es justo que los demás beban y a ti te toque vomitar.

El héroe de hoy solo puede ser un anciano que mira a su alrededor y solo ve a gente llorando para dentro, tan distinto a todos los disfrutones que hemos visto en el cine, menos los amargados del «noir» como el Alain Delon de «El samurái». Por eso, Harrison Ford quedará como el último de una estirpe de aventureros marchosos que a la que tuerzan la esquina serán un ataúd en busca del Santo Grial. Y por eso, es de lo mejor que nos puede pasar hoy, ver a un muerto más vivo que los oráculos que nos hablan cada día desde sus cementerios desde donde entablan estúpidas guerras culturales. Indiana es un héroe. Punto. y eEs un hombre mayor. Es un egoísta. No busca salvar al mundo como una Greta Thunberg con pérdida de orina sino divertirsencontrar el botín que se le resiste durante todo el metraje.

Siempre está bien despedirse de un viejo amigo, desearle la suerte que se quiere para uno mismo y esperar que la Historia nos trate con el mismo llanto, ese que cae fresco en una de estas tardes de verano.