Bonus Track

Ineficiencia

La cantidad de «mitos» que se están derrumbando, y que sostenían nuestra esperanza de vivir en el primer mundo, resulta inaudita

Un ejercicio para sacar de quicio al contribuyente: enumerar (tres pesetas por respuesta acertada) la cantidad de cosas que funcionaban bien hasta hace poco, y que ya no son eficientes, o que marchan a trancas y barrancas, como si hubiésemos cambiado radicalmente, no de distrito postal, sino de latitud, longitud y altitud. Como si ya hubiésemos completado el proceso de tercermundización que iniciamos con tanto brío. La cantidad de empresas públicas deficientes, deterioradas, disfuncionales…, es asombrosa: del transporte a la energía, de las comunicaciones al periodismo, del dinero a la defensa o la Seguridad Social, ¡incluso al Registro de la Propiedad!, que según se ha constatado hace poco, achaca propiedades al tuntún, como quien reparte la herencia de un ilusionista polígamo usando una ruleta como guía notarial. La lista es demoledora, desoladora. Hace nada, el AVE tenía un compromiso de puntualidad, e incluso devolvía el precio del billete si llegaba unos minutos tarde. Ahora..., viajar en tren es una experiencia no apta para cardiópatas. Llegar con horas de retraso en tren es algo que solo deberían experimentar los responsables de que tal desastre suceda. La cantidad de «mitos» que se están derrumbando, y que sostenían nuestra esperanza de vivir en el primer mundo, resulta inaudita. Solo son eficaces, –como un hacha es eficaz, incluso en manos de un carnicero chapucero–, las funciones punitivas de la Administración. Para todo lo demás…, esto parece ya el País de Nunca Hamás. Pero es que incluso las intoxicaciones y los famosos bulos (más que famosos, se han quedado en famosetes) tampoco funcionan: la cantidad de bulos que han sido desmentidos por los mismos que los han producido en su propia factoría, es notable. Ni siquiera los bulos son ya «buenos» bulos. Solo son bulos que nacen con la denominación de origen «Bulo Remendón». La inefi-ciencia es la única ciencia por aquí. El deterioro, el signo de los tiempos. Y, los responsables de todo ello, deberían ser condenados al infierno de viajar eternamente en tercera de Rodalíes. Por ejemplo.