El bisturí
La izquierda española se «trumperiza»
La izquierda y la izquierda radical transitan esta legislatura sumidas en la contradicción ideológica
Sacudidas por los casos de corrupción y por los pésimos resultados de los sondeos demoscópicos, la izquierda y la izquierda radical transitan esta legislatura sumidas en el desnorte, la incoherencia y la contradicción ideológica permanente. Revisen por ejemplo sus ataques a la Justicia a cuenta de la denigrante ley de amnistía aprobada en el Congreso de los Diputados. Pedro Sánchez situó el objetivo en la diana en el regreso de su retiro espiritual para analizar consigo mismo la imputación de su mujer. Desde entonces han sido muchos los dirigentes del partido y de sucedáneos como Sumar y Podemos que le han secundado, apuntando a los jueces como si fueran rescoldos de un poder atrabiliario que pone en riesgo el bien común, que no es otro que el encarnado por el Estado. Ione Belarra, que acabará con Podemos si Podemos no acaba antes con ella, llegó a hablar el sábado de «sectores reaccionarios atrincherados en el Poder Judicial» a los que hay que parar los pies. Revisen al mismo tiempo lo que dijo Donald Trump tras el veredicto del caso Stormy Daniels: «El juez es corrupto» y «tiene conflictos de intereses». La coincidencia de opiniones sobre la Justicia del denostado por la izquierda ex presidente de Estados Unidos y «los zurdos» españoles a los que alude con sorna Javier Milei es digna de estudio: o Trump se ha izquierdizado o la izquierda española se ha «trumperizado».
Digna de estudio es también la posición de José Luis Ábalos, quien votó en la Cámara Baja a favor de castigar a los clientes de servicios sexuales en la llamada ley contra el proxenetismo. Sobre todo, teniendo en cuenta que el ex ministro y ex número 3 del PSOE conoció en un prostíbulo al que era su mano derecha, el investigado por corrupción Koldo García.
Siguiendo con las incoherencias y las asombrosas coincidencias, llamativa es también la postura de la izquierda y la ultraizquierda en el conflicto árabe-israelí, por no denominarlo guerra abierta. Al igual que hizo Franco, quien no paraba de alertar a los españoles de la conspiración judeo masónica y se alineaba con los árabes –recuerden a la guardia mora–, los «zurdos» se posicionan también con ellos. Y lo hacen con tal vehemencia, que muchos no dudan en saltar en redes sociales a degüello contra todo aquel que insinúe el derecho del Estado de Israel a una legítima defensa o acuse a los terroristas de Hamás de utilizar a la población del territorio que aún controla como escudos humanos sin importarles su suerte. Sólo falta ya que al que piensa en contra le pongan una estrella de David colgada del pecho por cooperar ideológicamente con la masacre.
E incoherente desde todo punto de vista son las declaraciones de la izquierda y la extrema izquierda sobre los servicios públicos y la gestión que hacen de los mismos. Mientras se les llena la boca con frases tan grandilocuentes como vacías de contenido, la sanidad y la educación funcionan peor que nunca, y las Cercanías languidecen víctimas de la desidia gubernamental y de la falta de presupuesto. Para colmo, una de las ministras que debía arreglar el desaguisado, Mónica García, busca plaza en la Organización Mundial de la Salud (OMS), copada por la burguesía sanitaria más elitista. Un sueldo mareante, dietas, gastos pagados… Todo muy progresista, vamos.
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