
Las correcciones
Kursk y la palanca de Zelenski con Trump
Ucrania quiere avanzar ante una victoria del candidato republicano que fuerce una negociación
El boxeador ucraniano Oleksandr Usyk demostró en mayo cómo un púgil más pequeño puede derrotar a un rival mucho más corpulento y fornido durante su duelo contra el británico Tyson Fury en el campeonato mundial de los pesos pesados en Arabia Saudí. En diciembre se celebrará la revancha y las apuestas sitúan a Usyk como el favorito. Fury se retirará si vuelve a ser derrotado por el menudo, pero astuto y ágil Usyk.
La anécdota sirve para ilustrar la situación actual del frente en la guerra de Ucrania. El poderoso y numeroso Ejército de Vladimir Putin ha sido sorprendido por el pequeño y peor equipado Ejército ucraniano en una incursión sin precedentes en la región occidental de Kursk. Por primera vez desde la contraofensiva en Jersón y Jarkiv en septiembre y octubre de 2022, Kyiv ha vuelto a recuperar la iniciativa en el campo de batalla. Desde entonces, la guerra permanecía empantanada con victorias marginales de las tropas rusas en el Donbás, avances recientes favorecidos sobre todo por la congelación de la valiosísima ayuda militar de Estados Unidos a Ucrania. Rusia supo aprovechar este bloqueo, pero quizás cayó en la autocomplacencia.
La rapidez con la que ha avanzado el Ejército ucraniano es una humillación para Putin. La revuelta militar de Prigozhin demostró en junio de 2023 que tropas rebeldes podían llamar a las puertas de Moscú sin encontrar apenas resistencia. Ni la población se opuso ni las fuerzas regulares frustraron el avance. La incursión en Rusia podría provocar ahora la destitución del general Valery Gerasimov, jefe del Estado Mayor.
Las tropas ucranianas controlan en este momento 40 kilómetros de territorio ruso y más de 70 localidades. Cerca de 200.000 habitantes de Kursk han tenido que ser desalojados de sus casas y claman ahora contra el abandono de las autoridades rusas. Kyiv había ensayado operaciones fronterizas durante este 2024, pero el alcance de la ofensiva ha sido inesperado, como lo fue la victoria de Usyk.
Durante el primer año de la invasión, Ucrania se enfrentó a columnas pesadas de blindados rusos mediante una serie de audaces contraataques. La intervención en Kursk pone en práctica un nuevo estilo de guerra que rehúye del combate de trincheras y apuesta por abrir nuevos frentes para dividir a las fuerzas enemigas. La mayor ocupación de territorio ruso desde la Segunda Guerra Mundial también supone una victoria moral para las tropas ucranianas, muy necesaria tras dos años de guerra de desgaste. Con la operación, Zelenski envía dos mensajes. Uno a la población rusa para que «sienta» las consecuencias del conflicto armado que va más allá de la operación especial militar que cacarea el Kremlin. El segundo, va dirigido a los propios aliados. Ante los titubeos de EE UU y Europa por aumentar las capacidades militares, los ucranianos demuestran que con el equipo adecuado son capaces de cambiar el curso de la guerra.
Ucrania también se prepara para una victoria de Donald Trump en noviembre. El candidato republicano ha asegurado que terminará la guerra en 24 horas sugiriendo que forzará una negociación y cortará el flujo de ayuda a Kyiv. Zelenski quiere aprovechar estos cuatro meses para lograr los máximos avances posibles y sentarse a dialogar desde una posición de fuerza.
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