Al portador
El lazarillo de Waterloo, el de La Moncloa y las uvas
Puigdemont no se fía de Sánchez y el socialista tampoco del «indepe», pero ambos todavía se necesitan
Diego Hurtado de Mendoza (1417-1479) y Alfonso de Valdés (1490-1532), según los estudios mas recientes, podrían haber sido los autores del anónimo «El lazarillo de Tormes», que inaugura el género picaresco. En las primeras páginas de la novela aparece el o episodio del racimo de uvas, que conserva su frescura, y que luego Federico García Lorca (1898-1936), adaptaría en la Casa de Bernarda Alba. El niño Lázaro, el protagonista, empieza a trabajar de guía de un ciego. Un día consiguen y comparten un racimo de uvas y acuerdan comerlas de una en una. Cuando terminan el ciego le reprocha:
«-Lázaro, engañado me has. Juraré yo a Dios que has tú comido las uvas tres a tres».
«-No comí -dije yo- más ¿por qué sospecháis eso?»
Respondió el sagacísimo ciego:
«-¿Sabes en qué veo que las comiste tres a tres? En que comía yo dos a dos y callabas».
Cinco siglos después, la picaresca goza de buena salud en España y fuera de ella. Pedro Sánchez y Carles Puigdemont, entre otros, serían personajes perfectos de una versión siglo XXI del «lazarillo», ahora de Waterloo o de la Moncloa. Las intenciones pícaras –astutas, aprovechadas– de uno y otro son obvias. Por ahora, todavía queda la duda de quién engañará a quien y cuando será imposible mantener por más tiempo la situación. Los «indepes» de Junts están convencidos de que el inquilino de La Moncloa quería comer uvas de tres en tres con sus decretos ómnibus, por mucho que ellos las hayan comido de dos en dos. Pueden incluso tener razón en esto, porque la norma, larga y farragosa, que ha aprobado el Gobierno –pendiente de convalidación– permitiría paralizar la amnistía con ciertos recursos contra la ley. Es solo el primer encontronazo de la legislatura, al que seguirán muchos más. Puigdemont no se fía de Sánchez y el socialista tampoco del «indepe», pero ambos todavía se necesitan. Además, no pueden parecer débiles ante el otro frente a sus clientelas, quizá más el inquilino de La Moncloa, porque bastantes de sus votantes a duras penas tragan con la amnistía, cuando no están en contra. Ahora, el suspense llegará hasta justo antes de que se vote el Real Decreto, mientras hablan Turull y Santos Cerdán, con instrucciones de Waterloo y de La Moncloa. Todo es posible, pero aunque haya acuerdo habrá encontronazos permanentes hasta la amnistía, con esos dos pícaros modernos en primera línea, dignos de «El Lazarillo», lo escribiera Hurtado de Mendoza o Alfonso de Valdés.
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