Aquí estamos de paso
Y mientras, en una galaxia muy lejana
Lástima que tanto interés afloje la atención sobre un par de asuntos de esta semana que realmente se la tienen mucho más ganada
Se lo pasa bien Sánchez en el Congreso con la moción bufa de Vox, partido ejerciente de caricato habitual de la democracia, enfrentándose a un Tamames al que estudió en su carrera y hoy perdona la vida en la sesión parlamentaria más impostada y teatrera de las vividas en esa santa cámara.
Andan las plumas y los micrófonos urdiendo historias alrededor de la hazaña política ante la que lo más inteligente habría sido darse la vuelta a lo Pimpinella, pero el compromiso con la actualidad tiene esas servidumbres: te monta una astracanada sin gracia el tercer partido del país en número de escaños y no te queda más remedio que tomártelo en serio como si fueras un ministro de Sánchez que, como Marlaska, no habla con los investigadores europeos de Pegasus porque tiene que atender a lo de Tamames.
Lástima que tanto interés afloje la atención sobre un par de asuntos de esta semana que realmente se la tienen mucho más ganada.
Anticipa el último informe de Naciones Unidas sobre cambio climático que es «virtualmente seguro» que aumentarán las situaciones meteorológicas extremas, como olas de calor, lluvias torrenciales, o huracanes, con sus correspondientes incendios e inundaciones, con más enfermedades, y pérdida de biodiversidad. También hambrunas por malas cosechas y escasez de agua por las sequías. O sea, caminamos hacia un mundo peor, y esto no tiene visos de ir cambiando. Entre 2010 y 2020, la mortalidad relacionada con el clima en las zonas más vulnerables, menos preparadas para fenómenos extremos, aumentó, según la ONU, 15 veces. En esas zonas vive casi la mitad de los habitantes del planeta. Se desgañita el secretario general de la ONU, António Guterres que no sabe ya cómo verbalizar la alarma. Su último llamamiento ha sido a un «salto cuántico en acción climática».
El run run de todo esto no llega a la «tamamada» que hoy se consumará.
Y me temo que tampoco, pese a la edad del candidato a presidente del Gobierno de España, otro dato realmente inquietante de estos días: aumento de la epidemia más silenciosa y devastadora de las que vivimos los humanos, la soledad. Dicen quienes trabajan por combatirla que es la mayor pobreza que puede sufrir el ser humano. Según la Organización Mundial de la Salud la soledad indeseada afecta a la cuarta parte de las personas mayores. Un 25 por ciento. Si eso no es un problema de presente y de futuro, que baje Sánchez y lo vea.
Es curioso cómo la generación que va a vivir un mundo con fenómenos meteorológicos extremos, la de los que están naciendo en este siglo, sea también la que más afectada se va a ver por este fenómeno también global y, a lo que parece, inevitable. La autonomía personal puede desembocar en una soledad inesperada y no deseada. Los cambios en la estructura familiar, las migraciones a zonas urbanas, el alejamiento de los contactos personales, o el desempleo, son causas también de aislamientos cada vez más numerosos y más extremos.
El mundo camina hacia territorios más que inquietantes, pero aquí, hoy, nos desayunamos con la patochada neurasténica de un viejo profesor que no alcanza la categoría del que acuñó aquel nombre y un partido viejo como sus principios, sus ideas y, a lo que se ve, su patético sentido del humor.
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