Historias del mundo

El milagro de Afraa

«Nada más nacer, ya lo había perdido todo, menos un asombroso instinto de supervivencia»

Afraa llegó al mundo en uno de sus peores momentos. Nada más nacer, ya lo había perdido todo. La tierra rugía, la superficie terrestre oscilaba y todo a su alrededor era muerte y devastación. La pequeña nació en Yindires, Siria, hace 6 meses en pleno terremoto de 7,8 en la escala Richter y se aferró a la vida. El terrible seísmo mató a unas 58.000 personas en Turquía y el norte sirio. Sus padres y sus cuatro hermanos fueron aplastados por los cimientos de su hogar. A Afraa la encontraron bajo los escombros, estuvo al menos diez horas entre polvo y muros desde que se produjo el fatídico seísmo hasta que fue hallada. La recién nacida continuaba con el cordón umbilical, seguía enlazada a su madre, que la nutrió de vida hasta su último aliento.

Fue de las pocas noticias esperanzadoras de ese letal terremoto que sigue causando estragos tanto en el sur de Turquía como en Siria. La apodaron «el bebé milagro» y llovieron las ofertas internacionales para adoptar a la pequeña.

Afraa también provocó los instintos más rastreros del ser humano mientras estaba en la incubadora. El director del hospital sospechó de los planes de un enfermero, que planeaba secuestrarla y le echó. Al día siguiente, el extrabajador volvió con un grupo de hombres armados y le pegaron una paliza al director. Pero gracias a que todos los empleados estaban en alerta, la pequeña no fue raptada.

Antes de darla de alta y entregarla en adopción, le realizaron una prueba de ADN para asegurarse de que la pequeña y su tía paterna (su pariente más cercano con vida) estaban emparentadas genéticamente. Afraa vive desde entonces con su nueva familia. Khalil al Sawadi, su padre adoptivo asegura a AP –que ha ido a su casa para ver cómo estaba «el bebé milagro»– que los primeros días fueron muy duros, a la intemperie. Después, consiguió un piso para esta gran familia (además de Afraa tienen otras cinco niñas y dos niños). «Aun así, como les dan miedo las casas, por las noches nos vamos a la tienda de campaña», confiesa. Y es que el terremoto tuvo lugar en plena noche. Afraa, sonriente y con lustre, agradece las carantoñas de su padre y hermanos. «Esta niña es mi hija. Es exactamente igual que mis hijos», reconoce Sawadi.