Parresía

El nuevo PSOE

El ayuntamiento de Pamplona ha sido solo el principio, amigos. Mucho me temo que veremos más pactos similares. Ponedles el adjetivo que más os apetezca

Tengo que reconocer que este nuevo PSOE, forjado a imagen y semejanza de su presidente, está consiguiendo sorprendernos un día sí y otro también. Nos refresca notablemente los espacios informativos. Este socialismo sanchista es experto en el arte de cambiar de opinión, sin despeinarse. Es maestro del borrón y cuenta nueva, sobrepasa líneas rojas que escuecen, siempre al gusto del socio independentista de turno. Este nuevo PSOE, con su nueva política, me recuerda al funambulista más atrevido, desmemoriado, avanzando entre los edificios más elevados, empujando al vacío todo obstáculo, protegido con redes demasiado poco fiables.

A la opinión pública, sin embargo, este PSOE le transmite que trabaja muy duro para lograr la convivencia pacífica y, sobre todo, para evitar la invasión de la temible ultraderecha (metiendo en ese saco al Partido Popular).

El problema de tantos pasos inéditos, de tantas cesiones a quienes quieren romper España, son aquellas afirmaciones completamente contrarias a tus tesis actuales, hechas en público antes del 23 de julio, defendidas antes de las elecciones generales. La hemeroteca no perdona a Pedro Sánchez, que habrá ganado aliados estables, pero ha perdido muchos enteros de credibilidad. Así que cuando aparece de repente, en escena, un líder de Junts, por ejemplo Jordi Turull, y anuncia que Puigdemont se va a reunir próximamente con el presidente español «de nación a nación» y sin mediador, enseguida le creemos. No importa que nuestro presidente del Gobierno le dé o no la razón. Resulta indiferente que Sánchez responda conforme a lo que dice su agenda.

Junts, además, ha demostrado esta semana –por si nos quedaba alguna duda– que marca el ritmo de la política nacional. Si Puigdemont no quiere foto en Estrasburgo, no se hace. Si Miriam Nogueras llama indecentes a una lista de jueces, policías y periodistas, con nombres y apellidos, aquí no pasa nada. Nuestro Gobierno no sabe o no contesta, se pone de perfil.

Lo del socio Bildu se intuía desde hace siglos. De hecho, ellos fueron los primeros en brindar sus votos para que Sánchez fuera investido, y ahora conocemos el porqué. Su líder, Arnaldo Otegi, sabe mucho de «transicionar» desde el entorno abertzale hasta ser presentado por el socialismo como ese hombre de paz, artífice del final de ETA. Lo mismo pasa ahora con Bildu: el nuevo PSOE de Sánchez –por boca de Óscar Puente– empieza ya a presentarlo en sociedad como ese partido «progresista y democrático» con el que se puede pactar perfectamente en Navarra y Euskadi. El ayuntamiento de Pamplona ha sido solo el principio, amigos. Mucho me temo que veremos más pactos similares. Ponedles el adjetivo que más os apetezca. Yo no lo oculto: Javier Esparza me representa.