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Oclos
Hoy percibimos claras señales de oclocracia. Como la intensidad del saqueo de las arcas públicas, nepotismo y enchufismo, leyes confusas e injustas, el progreso de los menos aptos pero más ideologizados
Dos centurias antes de que naciera Jesucristo, el historiador griego Polibio ya advertía de que los regímenes políticos tienden a corromperse. La «oclocracia» sería el gobierno de la muchedumbre, una forma de degeneración de la democracia. Hoy percibimos claras señales de oclocracia. Como la intensidad del saqueo de las arcas públicas, nepotismo y enchufismo, leyes confusas e injustas, el progreso de los menos aptos pero más ideologizados, los «vicios de la voluntad» gobernando los asuntos públicos...
Enchufan en puestos principales de la Administración a muchos que detestan a España, pero no hacen ascos a los momios sustanciosos que alberga y promueve el aborrecido «Estado Español». Obtienen a zarpazos ventajas del erario público, que jamás había estado tan famélico a pesar de tragar impuestos como nunca, y –lo peor– endeudado de forma disparatada, una trampa antieconómica que nos está consumiendo a los de siempre, a quienes pagamos el pato y los platos siempre rotos que dejan quienes mandan. Sin méritos ni cumplimiento de los requisitos, la política coloca a sus fieles en puestazos que no hubiesen soñando en un sistema menos pastelero.
Algunos nombramientos están siendo «tumbados» (poéticamente: «dirigidos a la tumba») por la Justicia. Pero ya sabemos que la Justicia, antaño ciega, ahora tiene la vista graduada. Y que la «flexibilidad moral» de quienes todo lo manejan, no encuentra obstáculos para sacar adelante cualquier disparate. La diferencia entre ser «demos», esto es: pueblo, y ser «oclos» (muchedumbre), es la distancia abismal que media entre democracia y oclocracia.
Y a la pregunta: «¿Qué es España?», agraciadas luminarias culicalefactadas responderán sin sonrojo que «España es el fascismo», mientras engordan a su costa. Pero, en verdad, la respuesta es: «España eres tú», tú, sí, el mismo o la misma a quien están desvalijando tantos biensentados que la niegan ahora mismo (y ahora misma). O sea, no olvides que «no» están saqueando a España: te están atracando a ti, que cumples raudo horribles normas, pagas en pronto pago, no rechistas, consientes y votas para que el desafuero no tenga fin.
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