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El trípode

No otra «carta» desde la Mareta

Ese auténtico monstruo político está ahora en el poder al servicio no del interés general de España, sino de su personal interés

Con Sánchez en la Mareta protegido por tierra, mar y aire –disfrutando de unas «merecidas» vacaciones–, no es de esperar que se permita dirigir otra «carta a la ciudadanía» manifestando que se reafirma en su voluntad de continuar en la Moncloa porque «dimitir o tirar la toalla no sería ninguna solución»; como ya expresó anteriormente. Quizás por ello sea oportuno recordarle que dimitir es una exigencia vinculada estrechamente a la ética pública y que exige la dimisión cuando se han incumplido compromisos asumidos mediante la palabra dada en relación a cuestiones vinculadas con la responsabilidad política. Al respecto ya recordamos que podría imitar a su anterior colega de Portugal y actual Presidente del Consejo de la UE, el socialdemócrata Antonio Costa. Lo que le sería de especial utilidad teniendo en cuenta que aspiraba a un cargo internacional una vez terminada su estancia en la Moncloa. Así que podría aprender de su conducta, dada la actual responsabilidad política de Costa, alcanzada tras su honrosa dimisión. Aunque a estas alturas ya es poco previsible que, dada la trayectoria política de Sánchez, esa posibilidad sea actualmente algo más que un mero «sueño de una noche de verano» (en la Mareta). Dicho lo cual, resulta más que preocupante que se acepte pasivamente como una situación normal el tener al frente del gobierno a una persona que afirmó desde la Tribuna del Congreso, dirigiéndose al grupo de ERC, que no pactaría con ellos porque «nunca aceptaría que su gobierno estuviera en manos de partidos separatistas». Que respecto a Junts –también secesionista– dijo que trabajaría para que «Puigdemont viniera a España a responder ante la Justicia» y que respecto a Bildu afirmó que «si fuera necesario repetiría 20 veces que nunca pactaría con ellos». Que se comprometió a acabar con los indultos a políticos y que la amnistía no se concedería, porque además era inconstitucional. Todavía podríamos añadir que a Rajoy le dijo que al Congreso «no se iba a pedir solo perdón, sino a asumir responsabilidades políticas». Y este somero recordatorio no agota el catálogo de graves incumplimientos a la palabra dada por parte del inquilino de la Mareta que, incluso sin Presupuestos, prorrogados por dos ejercicios, se permite decir «que hay legislatura para rato porque hay mucha tarea pendiente». Se entiende perfectamente que Rubalcaba promoviera su cese por el Comité Federal de aquel PSOE para evitar que formara «un gobierno Frankenstein». Ese auténtico monstruo político está ahora en el poder al servicio no del interés general de España, sino de su personal interés. Y sostenido por los aplaudidores de este patético PSOE sanchista.