Tribuna
Otros veraneos (V): Schitu
Hoy insistimos en el despliegue radar del flanco este de la Alianza Atlántica, que en anterior crónica llamaba «los ojos» de su sistema defensivo
Encabezo este año estas crónicas veraniegas con el nombre geográfico del lugar de despliegue de nuestros contingentes en el exterior. Siempre opino que es una forma de estudiar geografía, en tanto profundizo en el ámbito humano en que se integran nuestros soldados y marineros.
Hoy insistimos en el despliegue radar del flanco este de la Alianza Atlántica, que en anterior crónica llamaba «los ojos» de su sistema defensivo. Si los anteriores tenían vocación disuasoria sobre el Mar Báltico en Letonia, hoy nos referimos a los cercanos al Mar Negro desplegados en Schitu, Rumanía. Los primeros, servidos por el Ejército de Tierra; los de hoy, por el del Aire y del Espacio.
Fundamentales estos sistemas, para apoyo de decisiones graves que, además, deben tomarse en tiempos inmediatos. Póngase el lector en la piel de un piloto de Eurofighter o en la de un capitán de Artillería al frente de una batería de misiles, con un botón rojo cerca de su mano. Bien imaginan que la Alianza tiene duplicados sistemas de seguridad a fin de evitar errores o simplemente interpretaciones, sin descartar intromisiones enemigas en el sistema de seguridad que «inviten» maliciosamente a la agresión. La OTAN esgrime sobre todo su carácter defensivo, lo que no entraña pasividad o falta de capacidad de respuesta. Pero, en cualquier caso, la responsabilidad de un joven oficial, es enorme. Lo practican día a día, cumpliendo órdenes, pilotos de caza y artilleros de sistemas clásicos y de drones, en Israel, Ucrania, Rusia, Irán, Mar Rojo. Es decir, no tan alejados de nosotros. Imaginen lo que puede pasar por su cabeza: la destrucción de un avión comercial, la de un edifico de apartamentos, un hospital o una simple masa de desplazados. Recuerdo al teniente coronel norteamericano Paul Tibbets, que a sus jóvenes 30 años lanzó aquella primera bomba atómica sobre Hiroshima. La responsabilidad era de su presidente Truman, pero él nunca pudo borrar de su mente la tragedia.
Schitu es un pequeño pueblo de 1.500 habitantes costero del Mar Negro. Pertenece al distrito de la histórica ciudad de Constanza, cuyo puerto es el más importante de Rumanía y del Mar Negro. Con mas de 300.000 habitantes es centro cultural, comercial, gastronómico y turístico. Famosa su playa de Mamaia y su gastronomía, mezcla de tradiciones turcas y griegas. Las celebraciones de su religión ortodoxa próximas a las de los católicos, se mezclan con festivales de música y danza folklóricas unidas a un fuerte apego a las tradiciones marítimas reflejo de su historia como puerto griego y romano.
En resumen: los efectivos del destacamento –35 hombres y 4 mujeres– no viven tan lejos de un mundo cercano al nuestro. La diferencia, es que también viven cercanos a una Ucrania en guerra. Su núcleo básico procede del Grupo Móvil de Control Aéreo ubicado en la base sevillana de Tablada, con apoyos de protección, administración y sanitarios. Esta es la novena rotación con ciclos de cuatro meses, de una misión que comenzó como tal destacamento aerotáctico en octubre de 2022 con el nombre de «DAT TIGRU».
Su misión principal, el sostenimiento del radar AN/TPS 43-M integrado en el sistema de Defensa Aérea y Antimisil de la OTAN, coordinado en un primer escalón desde Moara Vlasiei en la propia Rumania y por el CAOC de Torrejón. (1)
Contacto con el comandante del E A. Juan P. Segovia, que manda el destacamento. Me habla de la misión, de sus condiciones de vida, de cómo llevan el verano sus familias y de las ventajas de cohesión de un contingente reducido, casi familiar. Me asegura ante una pregunta mía, que «la cota 44 desde la que operan, no es en absoluto una cota baja, especialmente en un entorno costero»; «su alcance visual puede superar la curvatura de la tierra (el horizonte está a unos 23,5 kilómetros) y puede detectar objetos a distancias más alejadas, gracias a la propagación de las ondas». Contabilizan más de 21.000 horas de vigilancia del espacio aéreo, lo que entraña un permanente trabajo de observación y de mantenimiento del sistema durante las 24 horas del día.
Me habla Segovia de «alojamientos en pequeñas localidades cercanas a la base y de bastante contacto con personal local». Una población que percibe su integración en OTAN y UE como una oportunidad para alcanzar estabilidad, seguridad y desarrollo económico. Al ser país europeo, permite que las comunicaciones telefónicas con la familia sean como las nacionales. Avance indiscutible, si lo comparamos con misiones de hace una década.
Todo sería ideal, si no se viviese a pocos kilómetros una guerra cruel como la de Ucrania.
¡Bien lo tienen asumido y responden quienes, en Schitu, cubren también nuestra seguridad! ¡Gracias!
(1) Combined Air Operations Centre.