Opinión

Un perfil no consentido de Oscar Puente

Un hombre visceral, de mínimos remilgos, que desea darnos muchos disgustos, o alegrías, según se mire, esta legislatura

Para todos, Oscar Puente es el nuevo ministro de transportes de Sanchez, además de su parapeto y facilitador; el insólito y agradecido ponente que saltó al candelero nacional en la sesión de investidura de septiembre durante el debate parlamentario, cargando desde lo más chungo contra el ceremonioso Feijóo.

Un hombre visceral, de mínimos remilgos, que desea darnos muchos disgustos, o alegrías, según se mire, esta legislatura y que, en estos días locos, anda ya dando la nota con sus zopencas exégesis acerca de la amnistía y sus analogías ultraconservadoras: "Podrían preguntar: oye, ¿usted se habría casado si no se hubiera quedado embarazada su mujer?'. 'Pues a lo mejor en este momento no, pero nos queremos mucho y seguramente dentro de seis meses nos hubiéramos casado también'. Pues la amnistía lo mismo".

Díganme ustedes, ¿se puede ser más rancio y más señoro? Me pregunto que hubiera ocurrido si alguien de Vox declarara con semejante tufo hetero patriarcal.

¿Pero antes de eso qué? ¿Qué hacía Oscar Puente? ¿De dónde salió este pedrista irredento de facciones simiescas? ¿a dónde se dirige con ese talante de bandido de Sólo en Casa 3?

Oscar Puente nació en Valladolid el 15 de noviembre de 1968. Tiene 55 años moderadamente mal llevados y es licenciado en Derecho. Dicen que ha ejercido de abogado desde 1995 y que tuvo un despacho en su ciudad; lo cierto es que lleva metido en el PSOE desde que le salieron los dientes y lo ha compatibilizado con su gran (y simpatiquísima) vocación, la de actor. ¿Saben que ha realizado más de 500 funciones no del todo insignificantes?

Un hombre peculiar, Óscar Puente está divorciado de la magistrada Laura Soria, con quien tiene dos hijas. Una de ellas, Carmen Puente Soria, hace sus pinitos como cantante (y canta maravillosamente) desde que participó en la edición de 2021 de La voz kids en la que deslumbró con ‘Love is a losing game’ de Amy Winehouse.

Oscar Puente es el tipo de socialista genético que votaría lo mismo que sus ancestros, aunque el candidato se llamara Caponata y presume, pueril, de que su abuelo materno estuvo en la cárcel "por ser socialista", cuando tiene ocasión.

Como cabría esperar de un perfil como este, Puente es incoherente y se la sudan los valores estructurales de su doctrina, ya que, como demuestra su altísimo tren de vida, su prioridad es el lujo y desmarcarse de los pobres trabajadores y mortales en yates de gran eslora pagados por empresarios millonarios y adjudicatarios. Sepan que la malvada hemeroteca nos cuenta con pelos y señales como el empresario Sergio Zaitegui costeó las vacaciones de Óscar Puente después de que el socialista le adjudicara un contrato municipal como alcalde de Valladolid por valor de 195.178,20 euros.

El anecdotario es largo, hace muy poco usó un Mercedes de alta gama a nombre de un grupo empresarial con contratos en el ayuntamiento para irse de fiesta; tampoco le hace ascos a asistir a torneos de golf con su chófer en plena jornada laboral, con un nada despreciable hándicap de 10,2.

El mundano socialista ha sido fotografiado en la Urbanización Puente Romano, en plena Milla de Oro de Marbella, uno de los lugares menos socialistas imaginables, y predilectos de la jet set. Con su familia, se alojó en un apartamento donde los alquileres rondan los 18.000 euros al mes en agosto.

Incluso, se ha hablado en la prensa de las extremadamente ventajosas condiciones en las que compró un piso de lujo de 280 metros cuadrados en la mejor zona de Valladolid en 2013 por el que dicen que logró una rebaja tan grande como sugerente.

¡No se vayan todavía, que aún hay más! Entre sus más golosas contradicciones, para mí la más bonita es que este socialista furibundo (totalmente vendido a la ideología de género y la exterminación de bebés en gestación, ¡la jeta que tienen estos es novelesca!) es ultracatólico y Cofrade de la Cofradía del Descendimiento y Santísimo Cristo de la buena Muerte, así como un fanático de los aspectos místicos de la semana Santa.

Fue portavoz de la candidatura de su patrón a la secretaría general del PSOE en 2017, ​ donde no le fue bien por culpa de su carácter arrebatado y sus cerriles disquisiciones. Entre las perlas que han salido en estos años rodando de su boca destaca “que el problema de Venezuela es responsabilidad colectiva de los venezolanos» y que «una sociedad no llega a esta situación solo por un Gobierno». Pero hay más…

Desclasado y machista, durante la celebración de un pleno, cuestionó la capacidad de gestión de la portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Valladolid, Pilar Vicente: «Usted ha trabajado en una tienda en Vallsur».

Me pregunto qué pensará de nuestra ex ministra Irene uy ex cajera Montero, pero eso a nadie le importa ya, y menos que nadie a este laxo e inconsecuente señor llamado Puente.