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Policial

La izquierda feminista, negra, o de nativos originarios de Norteamérica…, también ha hecho de la desconfianza hacia la policía un núcleo de acción

Votar por un partido significa apoyar sus líneas maestras de modelación social. Votar no es algo intranscendente, cada voto pone en manos del político votado la maza y el cincel, la cachiporra y el punzón con que esculpirá a la sociedad. A veces, a golpes. Hay partidos que no tienen demasiada conciencia del tipo de sociedad deseada, sus ideas al respecto son difusas porque están más interesados en las delicias del puro poder. Otros, sin renunciar a esos gozos, se emplean a fondo en un objetivo: las sombras que acarrean las tareas de hacer ingeniería social, cueste lo que cueste. Ejemplos: se oyen muchas quejas de cómo se limitan las competencias de los cuerpos y fuerzas de seguridad, o que desaparecen de ciertos territorios, o sus competencias se ven limitadas por leyes e imprevisibles cambios en el Código Penal… Etc. Algunos, incluso políticos ejercientes, se extrañan de que se retire de ciertas zonas a la Guardia Civil (que se llama «civil» cuando debería denominarse «militar»…). Cuando eso sucede en determinadas regiones, muchos responsabilizan a la «presión de los socios independentistas del gobierno». Que influyen, absolutamente. Pero asimismo subyace en estos cambios, tan bruscos y de efectos muy profundos, que la ideología dominante que controla el poder aplica en la práctica su idea de lo que debe ser una construcción social que «desconfíe» de las fuerzas y cuerpos de seguridad. Como ya he escrito aquí, el influjo de los movimientos de izquierda norteamericanos, que tienen su laboratorio de ideas en algunas de las universidades más renombradas de EEUU, está exportando su corpus ideológico, con una visión racializada del mundo, donde juega un papel principal el sentimiento –y resentimiento– de colectivos que se proclaman víctimas de la opresión política, institucional y policial del «hombre blanco» durante las últimas centurias. La izquierda feminista, negra, o de nativos originarios de Norteamérica…, también ha hecho de la desconfianza hacia la policía un núcleo de acción (muchas veces, con razón). Y aquí se aplican esas mismas recetas, que además concuerdan perfectamente con los recelos de –verbigracia– partidos como Bildu.