El bisturí

Las principales conclusiones que arroja el 23-J

Haga lo que haga el PSOE, una gran parte de la población votará siempre socialismo

Los sorprendentes resultados del 23-J arrojan algunas conclusiones interesantes. La primera, y posiblemente fundamental, es que, haga lo que haga, el PSOE cuenta con una base electoral firme de alrededor de siete millones de votantes. Da igual que pacte con Bildu o con Junqueras, con Esquerra o con el PNV, que masacre a la gente a impuestos o que libere a violadores. Tampoco importa que llegue tarde a protegernos frente a las pandemias tras hacer apología del feminismo o cargue sobre nuestros hijos una herencia nefasta bajo la forma de la deuda pública. Una gran parte de la población votará socialismo porque no comulga con el PP y sus ideas, o mejor dicho, con la imagen que proyectan de este partido los medios progresistas que aplauden las alianzas con Otegui o con Junts mientras caricaturizan los posibles pactos de gobierno con VOX.

La segunda conclusión es que el Partido Popular falló en su campaña. Mucho. Aunque trató de escaparse al final, Alberto Núñez Feijóo cayó en la trampa tejida por Pedro Sánchez tras el fiasco del PSOE en las municipales. El líder de los populares se pasó la mayor parte de la misma tratando de hacer ver que Santiago Abascal y él no son la misma persona, mientras sus dos partidos negociaban en la Comunidad de Valencia y Extremadura, como si no pasara nada. Vaya si pasó. Al final, hubo mucha justificación y poco programa. Justo lo que querían en Ferraz y en Sumar, la marca edulcorada de Podemos.

La tercera conclusión es que VOX se desangra, como lo hizo Ciudadanos, como lo hizo el partido de Pablo Iglesias y como lo hará Sumar. Como todas ellas, es una formación condenada a la desaparición, con la diferencia de que los de Santiago Abascal restaron a la hora de lograr una formación de Gobierno y los de Yolanda Díaz sí aportaron. La pérdida de diputados de uno y otro ha penalizado más a los mal llamados ultraderechistas, demostrando que su juego de nadar y guardar la ropa y de acorralar al PP mientras denostan al PSOE y a Sumar, no les conduce a ningún lado. Una lección que Abascal no parece entender.

También han servido los comicios para situar en su justa dimensión a Salvador Illa en el peso del partido socialista. El ex ministro de Sanidad fracasó en la lucha contra la Covid-19. Llegó tarde a todo, se inventó estados de alarma con el único fin de acosar a Isabel Díaz Ayuso en Madrid y llegó a inventarse un comité de expertos que de lo mismo tenían poco, por no decir nada. Sin embargo, en Cataluña se ha convertido en un adalid contra el independentismo y ha sido un bastión para que Sánchez, en un juego maquiavélico, pueda retener el poder. Lo que llegó a quitarle al presidente del Gobierno se lo da ahora en forma de votos. Un quid pro quo interesante para Sánchez, siempre que el de la Roca del Vallés no termine subiéndosele a las barbas.

Y una última conclusión es que todas las encuestas y analistas fallaron. Todos, menos uno. Escribe aquí, en LA RAZÓN, y se llama Jesús Rivasés. Les recomiendo que lean el artículo que publicó el 13 de junio sobre el voto útil, el voto vergonzante y también otros votos. Todo lo que ha ocurrido lo calcó en su opinión con precisión matemática, justo cuarenta días antes de que sucediera. ¿Causalidad o casualidad? Trabajo, mucho trabajo detrás.