
El trípode
«Un pueblo que olvida su historia…»
La noticia de la ejecución de Miguel Ángel Blanco la tarde del día 12, que culminó en la madrugada del 13 de julio con su fallecimiento, provocó una reacción popular que significó el principio del fin de la banda
Lo que representa que el Gobierno de España se encuentre también en manos de Bildu, entre todos aquellos que se encuentran en la misma privilegiada e inconcebible situación –Podemos, PNV, Junts y ERC– hace oportuno evocar lo vivido dramáticamente por una inmensa mayoría de españoles en estos mismos días de julio de 1997. Este concreto episodio del terrible historial de ETA, la banda terrorista que durante prácticamente 40 años regó de sangre las calles de localidades de toda España, comenzó el 1º de julio de 1997 y culminó 13 días después. Aquel día la Guardia Civil liberó del zulo donde estaba secuestrado desde hacía 532 días en Mondragón al funcionario burgalés de Instituciones Penitenciarias José Antonio Ortega Lara. Su secuestro pretendía conseguir del gobierno de Aznar beneficios para los presos de ETA, mediante acercamientos a prisiones del País Vasco. El golpe para la banda por aquella liberación fue tan duro que decidió vengarse secuestrando a un concejal del PP de la localidad vizcaína de Ermua, Miguel Ángel Blanco. Y a diferencia del anterior, que fue el más largo de su historial criminal, este decidieron que sería muy breve, tan solo de 48 horas, plazo dado para cumplir sus exigencias con la amenaza de asesinarlo si no se cumplían sus condiciones. El secuestro del concejal se produjo diez días después, el 10 de julio de 1997, y la amenaza de su asesinato provocó una reacción multitudinaria de la población de toda España, incluida, por supuesto y con extraordinaria presencia en las calles, una gran parte de la población de las tres provincias vascongadas. Se estima que fueron más de 2,5 millones de personas las que se movilizaron, destacando Madrid y Bilbao entre las capitales que congregaron mayores concentraciones durante esas 48 dramáticas horas. Los mensajes del lehendakari Ardanza y su gobierno, junto a los del resto de instituciones españolas, se unieron a la UE y el papa Juan Pablo II pidiendo su liberación. La noticia de la ejecución de Miguel Ángel Blanco la tarde del día 12, que culminó en la madrugada del 13 de julio con su fallecimiento al no poder sobrevivir a los disparos recibidos en su cabeza, provocó una reacción popular que significó el principio del fin de la banda. Todavía habían de transcurrir 20 años y mucha sangre inocente para que comunicaran oficialmente su disolución, una vez liquidados los aparatos de su organización por los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, pero lo sucedido marcó un punto de inflexión del terrorismo en España. «Un pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla»: Hoy, sus políticos sucesores mandan en el gobierno sanchista.
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