Aunque moleste
Revuelta en el sur global
La culpa de que en Níger entren chinos y rusos es de Occidente, que no ha sabido o querido invertir en el desarrollo de África
Escribió Gramsci que «mientras que el viejo mundo se muere y el nuevo tarda en aparecer, en el claroscuro surgen monstruos». Gramsci era euro-comunista y soñaba con globalizar el socialismo, lo que no va a suceder, pero es verdad lo de los monstruos. En Níger, uno de los países más ricos del mundo en recursos pero pobre en desarrollo humano, los militares han dado un golpe y han tomado el poder. Antes había sucedido algo parecido en Burkina Faso y Mali. La primera decisión de los golpistas fue desalojar a Francia de un territorio donde nuestro vecino tiene bases militares e importantes intereses económicos, principalmente energéticos. La mayor parte del uranio que Macron utiliza para abastecer a sus nucleares sale de Níger, mientras que más del 80 por ciento de los habitantes del país vive sin energía. Igualmente, Francia tiene la cuarta mayor reserva de oro del mundo, pero sin una sola mina en territorio galo. Su oro lo extrae de Níger. Aunque Francia ha sido hasta hoy el guardián del anterior régimen «democrático» de Niamey, no ha hecho casi nada por contribuir al desarrollo del país. Curiosamente, entre los países más pobres del mundo se encuentran siempre ex colonias francesas, como Haití. Colonizan y expolian al extremo los recursos, sin esforzarse demasiado en cultivar a sus pobladores para que puedan prosperar.
En el pecado llevan la penitencia. Las masas empobrecidas que no pueden vivir en Níger, Burkina Faso y tantos otros países africanos entran en Francia como inmigración provocando el caos multicultural que vemos en París y alrededores: violencia, desintegración, inseguridad e insurrección. Es la consecuencia lógica de una política colonial errática. No se dan cuenta de que la solución a la inmigración ilegal no puede estar nunca en importar inmigrantes sino en intentar que esos inmigrantes potenciales se queden en sus países trabajando y viviendo con un mínimo de comodidad. Si se invierte en el desarrollo de Níger o Mali, no hará falta que la gente se vaya. Al no hacerlo adecuadamente, huyen en tropel con preferencia de destino a la ex metrópoli, siendo allí donde Macron se encuentra con el problema.
Ahora el presidente francés no sólo tiene el lío en casa sino también en Níger, de donde ha sido desalojado por unos militares que algunos analistas presentan como «títeres de Putin». Lo ha dicho hasta Borrell, preclaro defensor del «jardín europeo» frente al peligroso Tercer Mundo. Ni una sola autocrítica sobre el manifiestamente mejorable papel desempeñado por Francia, Gran Bretaña, Europa y Estados Unidos en África. Al contrario, apenas la acusación de que la culpa de las revueltas en el sur global, el sur del abandono y la miseria, es de Rusia y de sus Wagner, y por eso hay que declararle a Putin otra guerra global, ahora en el Sahel.
En realidad, quien ha tomado económicamente Níger, más que Rusia, es China, que construye un oleoducto de 2.000 kilómetros entre Níger y Benin para asegurarse el control de su petróleo. Con China, Níger se sacude su dependencia de Francia. Pero la culpa de que en Níger y en África y América Latina entren los chinos y los rusos es en realidad del Norte global, el mundo rico occidental que no ha sabido o no ha querido invertir en el necesario desarrollo del sur empobrecido. Y ahora se quejan de las revueltas.
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