El trípode

Importante: la dimisión vuelve a la política

El caso de Noelia puede haber cambiado el paradigma sanchista

Tras el ejemplo de Noelia Núñez dimitiendo de todos sus cargos políticos, incluida la renuncia al escaño de diputada en el Congreso por Madrid, el verbo dimitir por responsabilidad política —y en su caso, penal— vuelve a conjugarse en España. La desaparición de la conducta de dimitir en el escenario político nacional es una lamentable consecuencia más del concepto que Sánchez tiene de la política, entendida como una mera herramienta utilizada para acceder y mantenerse en el poder, carente de cualquier principio o valor vinculado a la ética y la moral, cuando menos públicas. No es ninguna exageración esa afirmación cuando comprobamos lo que significa haber accedido al gobierno tras dos estrepitosas derrotas electorales en sus primeras elecciones como candidato del PSOE, y continuar ahí, apoyado precisamente en quienes aseguró que jamás pactaría, y en concreto Bildu y los separatistas. Pues bien, otra dimisión se ha producido ya, y en este caso ha sido la del Comisionado por el Gobierno para la reconstrucción tras la DANA valenciana y que es debida a una irregularidad de las mismas características que la de la dimisionaria del PP, relacionada con falsear su currículo académico. Sin el precedente de Noelia, el afectado y también presidente del PSOE en Valencia, no se hubiera visto forzado a dimitir, conducta que ahora se va a tener que generalizar ante la evidencia acreditada de CV falsos por parte de no pocos responsables políticos. Pero, por supuesto, no solo para esas concretas conductas, sino para todas aquellas que se consideran incompatibles con la honestidad exigible para el ejercicio de la responsabilidad política. Una de las cuales, incuestionable, y que Sánchez está encarnando de manera tan evidente como indigna, es mentir respecto a los compromisos pública y solemnemente asumidos. Si es motivo de dimisión el mentir con un currículum vitae, por parte de una diputada o un subsecretario, ¿no es más grave si el que miente es un presidente del Gobierno, y en relación a compromisos asumidos sobre pactos para acceder y mantenerse en el poder? O si miente sobre que “un presidente con un gobierno sin Presupuestos es un objeto inútil, y debe dimitir”, ¿no es más grave si cabe, todavía? Ante esa evidencia, Sánchez se ha parapetado en considerar que él “no miente, sino que simplemente cambia de opinión”. Hasta ahora, esa falacia le ha sido útil, pero el caso de Noelia puede haber cambiado el paradigma sanchista, despertando una conciencia social en exceso adormecida en pleno “síndrome de la rana”. La Delegada del Gobierno en la Comunidad Valenciana puede ser la siguiente en una lista que abarca a todo el espectro ideológico. Y que culmina en Sánchez.