Al portador

Sánchez, «al límite de lo imposible» con Israel

El espectáculo de un Gobierno con posturas diferentes en un asunto tan relevante de política exterior no es una buena tarjeta de presentación en los grandes foros mundiales

Jean Cocteau (1889-1963), poeta, dramaturgo y director de cine francés, el primero que filmó una versión de «La bella y la bestia», el cuento de Jeanne Marie Laprince (1711-1780), tenía claro que «hay que saber dónde está el límite para poder llegar». Pedro Sánchez, que salvo que ocurra lo impensable volverá a ser investido presidente, está acostumbrado a vivir en permanente equilibrio y «al filo de lo imposible», título también de un programa de éxito durante años en RTVE. Ahora, de repente, el ataque terrorista de Hamás y la respuesta, obvia y previsible, de Israel, quizá han colocado al inquilino de La Moncloa frente a un límite inesperado que puede desequilibrarle y desbaratar sus planes internacionales –que parece que los tiene– para el futuro. El espectáculo de un Gobierno con posturas diferentes en un asunto tan relevante de política exterior no es una buena tarjeta de presentación en los grandes foros mundiales. La política internacional, al final, es una muestra en el exterior de lo que eres en el interior y, en este caso, denota más que un cierto caos. Sánchez, en funciones, no puede echar del Gobierno a una ministra en tiempo de descuento como Ione Belarra, que ya se ve sin poltrona y que aprovecha para embarrar el terreno. La dirigente de Podemos, que reclama la ruptura de relaciones con Israel, encaja con lo que acaba de escribir en El País, la española de origen marroquí, nacida musulmana, premio de novela Ramón Llull (2008), en catalán, y Nadal (2021), en castellano: «En Europa no son pocos los dirigentes de izquierdas que tratan con una deferencia exquisita a quienes a todas luces no son más que fascistas en nombre de Dios», una definición brillante para los terroristas de Hamás, entre otros.

La postura española sobre Israel será definitiva para la opinión de los líderes europeos sobre Pedro Sánchez y si hasta ahora era positiva, todo indica que va a ser diferente. El asunto judío es muy sensible para Europa surgida de la Segunda Guerra Mundial. Si el inquilino de La Moncloa quiere tener en el futuro, cercano o lejano, alguna responsabilidad internacional no puede ser tibio con Israel, ni ponerse de perfil, como ha hecho hasta ahora. El incidente está superado por ambas partes, pero ninguna embajada israelí en occidente emitió una queja pública como la de Madrid. Sánchez presume en Europa de impedir el acceso de Vox al Gobierno, pero ahora tendrá que explicar la presencia a su lado de quienes, como Belarra y Díaz, más que simpatizan con los enemigos de Israel. Y es que siempre «hay que saber dónde está el límite», decía Cocteau.