Eleuteria

Sánchez y Milei

El presidente del Gobierno de España sigue tratando al Estado como su cortijo personal subordinado a sus intereses y prejuicios

Javier Milei es el nuevo presidente de Argentina… a pesar de Pedro Sánchez. Nuestro propio presidente del Gobierno hizo campaña abiertamente por el aspirante peronista Sergio Massa (responsable de haber castigado a los argentinos con una inflación del 150%) y empleó la tribuna del Congreso de los Diputados para calificar a Milei de «delirante», de «ultrarreacionario» o de «extrema derecha».

En realidad, y como ya hemos explicado en otras ocasiones, Milei es un liberal-libertario que ha integrado dentro de su formación a algunos políticos conservadores (pero no son éstos quienes le marcan la agenda).

Aunque haya aspectos de su discurso con los que uno pueda no coincidir (incluso desde la mera sintonía ideológica), lo que está claro es que Milei defiende un planteamiento que sería perfectamente asumible por los liberales clásicos (acaso su práctica futura termine no siéndolo, pero de momento sólo podemos evaluar su coherente discurso).

Pero Sánchez, en parte con el objetivo de legitimar internamente su ataque al Estado de Derecho («he de aprobar la Ley de Amnistía para impedir que las fuerzas reaccionarias lleguen al gobierno de España, tal como está ocurriendo en muchas otras partes del planeta»), ha decidido construir una, ésta sí, delirante narrativa sobre la adscripción ideológica del nuevo mandatario de Argentina.

Cabría haber esperado, no obstante, que una vez Milei fue electo presidente (en ejercicio a partir del próximo 10 del mes de diciembre), Sánchez hubiese cambiado de actitud aunque fuera por mera decencia diplomática.

Por ejemplo, el izquierdista Gabriel Boric, presidente de Chile, también fue muy crítico en el pasado con Milei pero, nada más salir elegido en los comicios recientes, le felicitó por Twitter de un modo muy conciliador e incluso asistirá a la ceremonia oficial de cambio de mando.

Pero Sánchez no ha vuelto a nombrar a Milei desde el pasado domingo: ni en público ni en privado.

No sólo en su cuenta de Twitter no aparece ningún mensaje público, sino que Milei ha confirmado qué mandatarios extranjeros lo han felicitado (aunque sea en privado) y el inquilino de La Moncloa no aparece entre ellos.

El presidente del Gobierno de España sigue tratando al Estado como su cortijo personal subordinado a sus intereses y prejuicios.