Los puntos sobre las íes

Sánchez va a saco

Esta salvajada nos va a costar decenas de miles de millones en forma de fuga de capitales

Más allá de la metedura de pata pepera que supone aceptar un cara a cara en la cumbre el día en el que los 46 millones de españoles únicamente tenemos ojos y oídos para la Lotería, o esa otra astracanada del mediador internacional para el CGPJ, hay una preocupante moraleja que se extrae tras un somero repaso a la actualidad de los últimos días: Sánchez va a saco. Nunca en tan poco tiempo nadie había sido tan bestia y para más inri habiendo perdido las generales y contando con 121 míseros escaños, infinitamente menos que ningún otro presidente en 46 años de democracia. Ni Suárez, ni Calvo-Sotelo, ni Felipe, ni Aznar, ni Zapatero, ni Rajoy mandaron tanto pese a que tenían entre 40 y 80 actas más que él.

Lo de Telefónica el martes pasado pone literalmente los pelos como escarpias. Diría que acongoja por aquello del respeto a las reglas de urbanidad, pero se ha ido todo tanto de madre que no queda otra que emplear el mucho más arrabalero pero elocuente acojona para describir la coyuntura que nos está tocando padecer. La chavista re-nacionalización de Telefónica constituye, por muy parcial que sea, un matonil aviso a los navegantes del Ibex en general y al libre mercado en particular. Un «aquí mando yo, ¿os enteráis?» que haría las delicias de Maduro. Sin reparar en otra circunstancia que tampoco resulta baladí: esta salvajada nos va a costar decenas de miles de millones en forma de fuga de capitales. Y los que pensaban invertir en marca España se irán con su pasta a otra parte ante la creciente falta de seguridad jurídica y por el miedo en el cuerpo que mete no sólo Sánchez sino sus socios comunistas, independentistas y terroristas.

El asalto a la primera telecom del mundo hispano conlleva otra no menos preocupante lectura: la mansedumbre con que ha sido recibido por la mayor parte de los medios, que han optado cuasiunánimemente por mirar hacia otro lado, por tirar de babosescas alabanzas o directamente por hacer uso de las fake news. Que nos vendan el cuento chino ese de que el Gobierno «ha plantado cara a los saudíes» es un insulto a la inteligencia de lectores, oyentes y televidentes. Para frenar a los árabes bastaba con no autorizar la compra del otro 5%. Por no hablar de esa patraña de argumentario monclovita que recuerda que el Estado figura en el capital de empresas estratégicas de varios países comunitarios. Sí, pero de salida, olvidaron añadir.

Ésta es la bestialidad sanchista más sonada de la semana. Pero hay otras nivel dios. A saber: el inicio de los trámites legislativos para derogar el enaltecimiento del terrorismo, que permitirá que vomitar «¡Gora ETA!» salga gratis con la consiguiente humillación a las víctimas; la eliminación de la obligatoriedad de ir a las selecciones nacionales cuando un deportista sea convocado; el silencio cómplice del personaje ante las calumnias separatistas a magistrados y fiscales del Supremo; la enésima utilización del Falcon para acudir a actos de partido; por no hablar de la inminente investidura de un proetarra, Joseba Asirón, como alcalde de Pamplona con los votos de un PSOE que se acuesta con quienes asesinaron a 11 correligionarios. Más atrás quedan la amnistía, la vía libre a las comisiones parlamentarias de lawfare, los flirteos con Hamás, los indultos, la derogación de la sedición o el abaratamiento penal de la malversación.

Claro que internacionalmente tampoco se corta un pelo: comparó implícitamente con los nazis al presidente del Partido Popular Europeo, Manfred Weber. Debe ser que lo de la autocracia le sabe ya a poco al pájaro.