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Secesión

En un supuesto referéndum sobre independencia, con la pregunta: «¿Quiere usted que Cataluña/País Vasco, se convierta en un Estado independiente?», podría ganar el NO en Cataluña y Euskadi, mientras el resto de España votara SÍ

Cunde la idea de que Cataluña y País Vasco no se independizarían gracias a los secesionistas que combaten para ello, sino porque el resto de España, harto de la carga que suponen, desee «echarlos». Sesenta años de terrorismo etarra, el coste terrible que suponen para el resto del Estado, que los mantiene con sus fueros, privilegios, deudas exorbitadas, mientras es mercado «cautivo» de su producción industrial… Etc. En un supuesto referéndum sobre independencia, con la pregunta: «¿Quiere usted que Cataluña/País Vasco, se convierta en un Estado independiente?», podría ganar el NO en Cataluña y Euskadi, mientras el resto de España votara SÍ: «Queremos que sean independientes y se vayan. Basta de aguantar sus privilegios, financiar desmanes y delirios manirrotos, basta de ser pobres para que ellos sean ricos». Existen amplias posibilidades de que ocurriera así. Pero, ¿qué pasaría con los atribulados ciudadanos españoles no secesionistas de ambos territorios? Serían despojados de su identidad, les robarían su hogar, injustamente. Cierto que, acabando con el origen del problema, el resto de España encontraría la solución. ¿Pero de verdad quienes sueñan con que «se larguen ya» creen que, con una supuesta independencia, con la creación de dos minúsculos nuevos Estados, terminaría todo? ¿Y qué serían, modelo Mónaco o modelo Kosovo? ¿Creen que la independencia remataría el pleito…? Pues no. No. La cosa no finalizaría ahí, ningún mundo feliz, cortejando a Portugal, se abriría hacia un futuro maravilloso… Porque los secesionismos son colonialistas, extractivos, ambiciosos, y los políticos que conducen tales ensueños (en un mundo cada día más globalizado) necesitan justificar su existencia, precisan de un enemigo que explique su victimismo, más objetivos para ampliar su codicia de poder, de territorios, un sentido sobre el que erigir su fundacional Naciente Orden, su proyecto distópico. Además, al fundarse ideológicamente sobre los extremos (izquierda y derecha ultras, independentistas) el conflicto permanente sería su razón de ser y, la prolongación perpetua del chantaje económico a España, su primer propósito de guerra crónica. O sea, que daría comienzo otro «proceso», pero eterno. Y el nuevo «conflicto» nunca tendría fin.