Tribuna

Siempre estará Vox

Cuanta más extrema derecha más fecunda será la cosecha para Pedro Sánchez y más costosa para Feijóo.

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El reelegido presidente Sánchez deberá volver a demostrar su habilidad para salir airoso de la legislatura. No contará en esta ocasión con el as de Ciudadanos para abaratar los votos del bloque de investidura. Una geometría variable de la que sacó provecho utilizando a discreción los escaños moribundos del partido naranja, sumido en la desesperación para achicar las vías de agua que amenazaban con el hundimiento, como así ocurrió. El naranja era un navío a la deriva, con la tripulación desertando a trompicones ante la impotencia de Arrimadas que heredó una nave que zozobraba sin rumbo y a la que hundió a golpe errático de timón.

Esta vez, Pedro Sánchez no cuenta con tonto útil alguno para arrinconar la mayoría de investidura. El PP y Vox no van a dar tregua alguna. Lo que no quita de la contrastada habilidad del líder absoluto del PSOE para lidiar en cualquier envite. Si algo tiene Sánchez es arrojo.

Por eso, Gabriel Rufián –que ya sabe cómo se las gasta el del PSOE– le lanzó una advertencia. Puesto que él, Gabriel Rufián, fue el principal perjudicado por las artimañas sanchistas, las que los de Puigdemont –jocosos– aprovechaban para atizarle con entusiasmo en cada intervención, prestos siempre a poner la zancadilla a sus verdaderos rivales y a sacar provecho de los incumplimientos de Pedro Sánchez en su particular batalla contra los republicanos de Junqueras.

De hecho, Sánchez ha podido negociar a placer aprovechando el resentimiento de Carles Puigdemont que se negó tajante a compartir negociación alguna con ERC. Lo que permitió al PSOE tener más información que nadie en las negociaciones. Puesto que los independentistas no tenían conocimiento alguno mutuo de sus respectivas negociaciones.

Así están las cosas. Tal vez eso ayuda a explicar que el independentismo perdería claramente la mayoría en el Parlament de Cataluña de celebrarse ahora elecciones, según el último CIS catalán que suele atinar más que el de Tezanos.

La batalla cainita entre ERC y Junts puede ser una baza a favor de Pedro Sánchez para gestionar una legislatura que no parece que, a priori, vaya a ser un camino de rosas. O al menos eso espera el PP, que la legislatura vaya de mal en peor y acabe prontamente, presa del caos. Eso permitiría a Núñez Feijóo volver a la carga driblando la actual mayoría hostil en las urnas. Con otra actitud, ya sabe la frustración que genera vender la piel del oso (del perro para el caso) antes de haberlo cazado.

No es que lo tenga fácil con su actual política de alianzas en la que no cabe, a día de hoy, ni el PNV. Eso es sin duda lo que condena a Feijóo a lograr un triunfo rotundo y a una alianza con VOX ante la ausencia de cualquier otro apoyo posible.

Claro que también está Junts con un Puigdemont que entra fácilmente en cólera. Él fue quien transmitió a sus fieles más próximos en un grupo de WhatsApp su enojo por una intervención de Sánchez que consideró ofensiva. Y eso provocó de inmediato los aspavientos de su estado mayor. Cuando Waterloo siente escozor en el cogote todos sus acólitos se rascan con fruición. Aunque luego sólo sea agua de borrajas. Ocurre que Junts está en primero de negociación con el PSOE, mientras ERC ya está en tercero y el PNV tiene un doctorado en ese menester.

Hoy por hoy, sólo hay una certeza. Pedro Sánchez es presidente y es inviable cualquier moción de censura alguna. Además, cuenta con el comodín de VOX (el espantajo para cohesionar a la izquierda) y el saber que todos son conscientes de que la tramitación y aplicación de la ley de amnistía va a ser un camino tortuoso, incluso un campo de minas. Lo que va a provocar nervios y, a su vez, una cierta fraternidad ante la ofensiva de los contrarios a la norma, que no son pocos. Las manifestaciones ante Ferraz tienen un efecto contrario al deseado por sus protagonistas, a menudo poco presentables. Y más que erosionar la estrategia del PSOE tienden a mantener prietas sus filas y a cohesionar, a su alrededor, su ristra de apoyos variopintos.

Puede que el PSOE sufra en algunas votaciones, puede que el irascible Puigdemont le maree con sus vaivenes y cambios de humor, puede ser que Rufián le devuelva cada afrenta, que los díscolos de Podemos refunfuñen con razón, o que el PNV le agüe la fiesta por el flanco izquierdo. O que los de Bildu enseñen los dientes para cuando tras las elecciones vascas los dejen de nuevo en la estacada. Pero siempre quedará VOX. Cuanta más extrema derecha más fecunda será la cosecha para Pedro Sánchez y más costosa para Feijóo.