
Editorial
Son las balas de la discordia y el bochorno
Sabemos que el sanchismo está en el lado incorrecto de la historia y que su única política es blindarse en el poder a cualquier precio
Debemos reconocer que imaginamos pocas situaciones que nos puedan sorprender en relación con los escrúpulos de Pedro Sánchez. Su hoja de servicios singulariza una Presidencia que ha quebrado el paradigma de una gobernanza democrática al uso. Ni en los grandes asuntos de Estado ni en el desempeño cotidiano de la agenda oficial. El sanchismo ha atropellado los límites de la ética pública, la política atravesada por el Derecho y las directrices reconocibles del buen gobierno. En ese marco de excepcionalidad el presidente decidió personalmente dar por rescindido «de forma unilateral» el contrato de compra de 15 millones de balas a una empresa israelí después de que el convenio hubiera sido ya publicado en el BOE y avalado por el Ministerio del Interior. Las consecuencias de manejarse con esta tosca hostilidad en el comercio internacional y en la acción exterior no serán sutiles ni menores y tendrán un alcance panorámico con secuelas serias. De momento, la abogacía del Estado y los ministerios competentes analizan posibles reacciones legales y reclamaciones de IMI Systems tras perder este contrato valorado en seis millones de euros. Las penalizaciones serán millonarias, pero la factura que se pasará a cobro también dañará la imagen y la seguridad jurídica de una parte, en este caso España, capaz de romper un compromiso sin fundamento alguno y de forma caprichosa. El episodio se explica por razones que no guardan relación con los grandes principios de la paz en el mundo y los derechos humanos de los palestinos, ni siquiera con la manipulada y absurda cruzada contra Israel de la mano de los terroristas de Hamas, como ha planteado el argumentario sanchista. Si la concordia y la vida de los inocentes pesaran tan decisivamente en el presidente, su administración no habría patrocinado el papel de España como socio comercial de Putin y solvente financiador vía gas ruso de los esfuerzos de guerra contra los ucranianos. La hipocresía y la doble moral son inabarcables. No, los motivos son exclusivamente personales y políticos. Sánchez ha preferido no tentar ni siquiera mínimamente a la suerte de un pequeño arrebato de sus socios de la extrema izquierda, que habían vociferado la posibilidad de abandonar el gobierno. Era una opción inviable e increíble por aquellos que en ninguna circunstancia abandonarán de manera voluntaria sus despachos oficiales. Pero el presidente prefirió nadar y guardar la ropa a costa del dinero de los españoles, la imagen de la nación y el interés general de la mano de la agenda antisemita y las consignas genocidas de algunos de sus ministros mientras se declaraba beligerante contra Israel y Estados Unidos. Cercado por la corrupción, actúa a la defensiva. Sabemos que el sanchismo está en el lado incorrecto de la historia y que su única política es blindarse en el poder a cualquier precio.
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