Tribuna

Submarinos para Australia

En este clima político incierto, ligarse asimétricamente con los norteamericanos solo por conseguir unos submarinos, no parece para Australia la mejor de las opciones

Submarinos para Australia
Submarinos para AustraliaBarrio

En una alianza siempre hay que ceder algo de soberanía. Ante una grave amenaza común, se pierde forzosamente un jirón de autonomía estratégica. Hay alianzas múltiples, como la OTAN, donde el líder americano oye los argumentos de varias naciones y si quiere ser fiel a sus ideales democráticos, debe tratar de encontrar una solución que sea aceptable para los problemas a los que nos enfrentamos colectivamente tales como, por ejemplo, los actuales causados por el pirómano nuclear ruso. Pero también hay otro tipo de alianzas más bilaterales –la de los EEUU con Corea del Sur es una de ellas– donde, ante la asimetría de poder, el liderazgo se ejerce descarnadamente. Y el socio pequeño, se resiente más.

Tras un año y medio de estudios y reflexiones, este pasado lunes, hemos presenciado la puesta de largo al más alto nivel de una casi alianza –bautizada como AUKUS– entre EEUU, Australia y el Reino Unido (RU) cuyo primer paso ha sido el anuncio de un ambicioso y prolongado programa para dotar a Australia –una nación sin experiencia nuclear– con submarinos con este tipo de propulsión. Trataré de repasar, aunque sea vertiginosamente, la situación actual, lo que se pretende emprender y los graves obstáculos a los que se enfrentará este programa/alianza.

El RU tiene en marcha un programa para obtener siete submarinos nucleares de ataque –precisamente el tipo de buque que quiere Australia– denominados «Astute» de los que cinco están ya entregados. A la vez está empezando con una serie de cuatro submarinos con misiles balísticos –que va más atrasada– que sustituirán a los actuales. Los EEUU tratan de alcanzar unos 70 submarinos nucleares de ataque construyendo los clase «Virginia» al ritmo de uno o dos anuales; pero sus dos astilleros (de compañías diferentes) están a tope –básicamente por falta de personal especializado– y no logran alcanzar el ritmo de reposición necesario, especialmente si es que se están preparando para una guerra contra China en aguas contiguas al gigante asiático.

Tras el año y medio de reflexión, el anuncio de los tres presidentes involucrados al que me referí antes, ha desvelado que los submarinos que inicialmente se transferirán a los australianos serán tres «Virginia» nuevos o de segunda mano (más probable) a partir del año 2032. A continuación, se entregarán otros dos seguidos por un plan más propio de la fábula de La Lechera, que se adentra ad calendas graecas en el siglo XXI, con unos submarinos a construir en el RU/EEUU/Australia con diseño y financiación por los tres países. Tres son, básicamente, los formidables desafíos a los que se enfrenta semejante empresa: la falta de capacidad de la base industrial norteamericana actualmente a tope, los plazos asociados a la formación de las dotaciones australianas que no tienen ninguna experiencia nuclear previa y lo que va a costar semejante plan. Para el primer desafió, se pretende exportar mano de obra australiana a los EEUU lo que habrá que ver en qué resulta y a qué precio se consigue. Para afrontar el segundo, se pretende organizar dotaciones mixtas, donde naturalmente, al menos, el Comandante y el personal clave de la propulsión nuclear de los submarinos (clase «Virginia») serán norteamericanos.

El que se haya escogido un submarino norteamericano en lugar del «Astute» británico que tiene un calendario más relajado de fabricación parece indicar que los australianos tienen más confianza en el material americano, lo que ciertamente estaría justificado a la vista del historial de averías de los últimos buques de guerra británicos. Creo que el RU se aproxima al AUKUS más por motivos económicos que con una capacidad operativa de despliegue naval permanente en el Pacífico. Los intereses de seguridad británicos reales –como demuestra la guerra de Ucrania– están más cerca del Canal de la Mancha que siguiendo a los norteamericanos por el mar de China. Por otra parte, los australianos deberían reflexionar que están entrando en una alianza casi bilateral –con esporádica compañía británica– con los norteamericanos para preparar un conflicto por Taiwán marcado por la indefinición –de diseño– de la política de estos últimos sobre la defensa de la isla. En la actual división política norteamericana, republicanos y demócratas solo están de acuerdo en el enfrentamiento con China. En todos los demás asuntos –exteriores o internos– sus posturas son radicalmente opuestas. En este clima político incierto, ligarse asimétricamente con los norteamericanos solo por conseguir unos submarinos, no parece para Australia la mejor de las opciones. Creo que los europeos todavía pensamos que hay esperanzas de poder contener las malas prácticas chinas con medidas económicas sin tener que llegar forzosamente a un enfrentamiento militar, especialmente por los problemas que tenemos en casa y para los que al parecer cada día podremos contar menos con los británicos. Agradecer a la administración Biden lo que está haciendo por Europa en Ucrania es de justicia. Su política con China, manteniendo básicamente las decisiones de Trump y acelerando con medidas como las del AUKUS la preparación de un conflicto simultáneo en el Pacífico, es ya mucho más discutible.

Ángel Tafalla.Académico correspondiente de la Real de Ciencias Morales y Políticas y almirante (R).