Tribuna

Sudán, conflicto y riqueza

Las riquezas de una región, en muchas ocasiones, explican el porqué de conflictos bélicos, sean o no formalmente declarados y reconocidos

Es muy posible que incluso, solo a algunos cinéfilos les suene el nombre de Jartúm y la historia del general Gordon (Charlton Heston) en el cerco de dicha ciudad ocurrido en el pasado siglo y frente a las tropas del Madí. Pero ese gran país sumido en conflictos desde hace muchos años es algo más, y no solo la Nubia de los llamados faraones negros y de las emblemáticas ciudades de Napata y Meroe con sus pirámides, cuando los destinos egipcios en la Antigüedad se dirigían desde las tierras de lo que hoy es el Sudán.

Desde el año 2019 se inició un proceso de transición que derribó al dictador Omar Al Bashir, imputado ante la Corte Penal Internacional, y en el 2021 son los militares los que dirigían los destinos sudaneses en el Norte. Por si lo anterior no fuera suficiente para crear una verdadera atmósfera histórica y real de terrible conflictividad y de un destino alejado de cualquier normalidad mínima, el 15 de abril pasado, la violencia estalló en todo Sudán del Norte entre el ejército sudanés, dirigido por el general Abdel Fattah al-Burhan, y un grupo paramilitar llamado Fuerzas de Apoyo Rápido, dirigido por el teniente general Mohamed Hamdan. Mientras las facciones beligerantes compiten por el control del país, rico en recursos petrolíferos, minerales (hierro, cobre, cromo, zinc, tungsteno, mica, plata y oro), hídricos (el Nilo atraviesa Sudán de sur a norte) y agrícolas (algodón), líderes regionales como Egipto, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Israel, así como Estados Unidos y las Naciones Unidas intentan ayudar a mitigar la violencia.

El actual conflicto, otro más en el endemismo de las dos guerras civiles que ha sufrido el Estado sudanés (1955 a 1972 y 1983 a 2005), se une a los enfrentamientos permanentes de carácter racista en la región de Darfur entre pueblos árabes y otros de raza negra con intervención de fuerzas paramilitares y de la ONU a través de una fuerza multinacional militar (la UNAMID). Se calcula que ha habido más de 300.000 muertos y 2,5 millones de desplazados.

El enfrentamiento entre los dos generales, que no cesa, está provocando una gran cantidad de muertos y heridos, al tiempo que desabastecimiento de alimentos y agua, y está siendo aprovechado por grupos yihadistas radicales. Hace días veíamos la llegada a España de un avión trayendo a los repatriados, habiendo sido recogidos con el auxilio de una unidad militar española. Se espera que las presiones de la Organización para la Unidad Africana, de la Unión Europea y de USA puedan reconducir esa situación a cauces de normalidad.

La unidad del Sudán, cuya independencia tuvo lugar en el año 1956, quedó fracturada con la independencia del nuevo Estado de Sudán del Sur en el año 2011. A esta independencia se llegó con un balance tremendo de más de 2 millones de muertos y 4 millones de personas desplazadas. Las riquezas de una región, en muchas ocasiones, explican el porqué de conflictos bélicos, sean o no formalmente declarados y reconocidos. Y eso es lo que pasa con Sudán del Sur, en cuyo territorio se ubican yacimientos de petróleo y minerales de importancia. Tras su independencia se calcula que más del 75% de los yacimientos de crudo se ubican en Sudán del Sur, pero las refinerías, los oleoductos hacia el mar Rojo y los puertos de salida están en el Sudán del Norte, por lo que las disputas estriban en compartir los beneficios. Pese a ello, se trata de uno de los países más pobres del mundo (cerca del 95% depende de una agricultura, pesca y pastoreo de subsistencia).

El Secretario General de la ONU informaba en el año 2015 sobre la negociación entre las facciones opuestas en conflicto, pero constató la persistencia de enfrentamientos armados y una notable situación de inseguridad. Esta situación pervivió hasta el año 2020 en el que se reintegró al gobierno el vicepresidente.

Por otra parte, entre los múltiples horrores ocurridos en esta tierra africana, debe destacarse el empleo militar de niños en el Sudán del Sur, tratándose de menores de 15 años utilizados por las dos facciones enfrentadas hasta el año 2020. En su momento, la ONU estimó en 13.000 la cifra de niños soldado en este territorio (en 2015). Recordemos que el Protocolo I del Convenio de Ginebra de 1977 prohíbe tajantemente la recluta y utilización directa de menores de 15 años de edad (art. 77), y el Protocolo II impide la recluta voluntaria de tales menores (art. 4). Sudán del Sur ratificó los Convenios de Ginebra de 1949 y sus Protocolos de 1977 en el año 2012. Téngase en cuenta que es crimen de guerra la recluta de niños (Estatuto de la Corte Penal Internacional), pero Sudán del Sur no lo ha ratificado debiendo ser juzgados estos crímenes por su justicia interna.