Y volvieron cantando

La travesía de Núñez Feijóo

Hoy tras el debate está más fuerte ante la ciudadanía y en clave interna de partido. Pero la travesía será dura y no valdrán disfraces de oso viéndose la cremallera

Ayer viernes Núñez Feijóo cumplió el trámite de una investidura carente de posibilidades, pero al que obligaba no solo el haber encabezado la fuerza más votada el «23-J», sino una grave situación política en la que Puigdemont agarra el palito de la piruleta que diría Mafalda y asomados al abismo de una amnistía que puede poner en entredicho cuarenta y cinco años de convivencia sostenida en el espíritu de la transición. Pero al minuto siguiente de esa votación tras un debate en el que Núñez Feijóo se consolida como sólida y única alternativa, al líder popular le toca cambiar de pantalla y enfundarse el traje de JEFE de la OPOSICIÓN con mayúsculas, primero para apuntalar una firmes posiciones ante Sánchez y sus variopintos socios en la próxima investidura del actual presidente en funciones y después para afrontar una legislatura en la que deberá consolidar -y no va a ser fácil- su condición de indiscutible aspirante a la Moncloa.

La situación de Núñez Feijóo no difiere tanto de la vivida por Mariano Rajoy en 2008. El entonces líder popular perdía por segunda vez unas elecciones a pesar de conseguir un número de votos que hoy darían mayoría absoluta, pero insuficientes ante la avalancha de participación en favor de «Zp». Rajoy coqueteó inicialmente con la idea de abandonar y tras decidir dar la batalla se encontró con un partido no precisamente apiñado en torno a su persona, además de sumido en una melancolía similar a la actual tras la decepción en las urnas. En el congreso nacional del PP en Valencia tuvo que lidiar con el «aguirrismo» saliendo victorioso, pero cometiendo el error de no aglutinar -casi despreciar- a unas corrientes que a la larga no se vieron representadas en esas siglas. Núñez Feijóo se encuentra aquí y ahora un panorama muy similar, con un partido no precisamente eufórico y tras la ducha escocesa que supuso el paso de la victoria en las municipales y autonómicas a la decepción del «23-J». Tendrá que centrar una línea clara y meridiana en el argumentario de oposición, habrá de afrontar sin prisas algunos cambios orgánicos y sobre todo deberá engrasar la correa de transmisión entre su poder territorial y la dirección de Genova-13. Hoy tras el debate está más fuerte ante la ciudadanía y en clave interna de partido. Pero la travesía será dura y no valdrán disfraces de oso viéndose la cremallera.