Obituario

José Manuel Pérez-Prendes

La Razón
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La noticia de su muerte ha sorprendido a cuantos universitarios –profesores y estudiantes de las Facultades de Geografía e Historia y de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid– le conocieron bien porque tuvieron la fortuna de ser compañeros del doctor Pérez-Prendes en la enseñanza universitaria de la Historia del Derecho y del Derecho Indiano, o tuvieron la ventura de haberle tenido como profesor en una de estas facultades. En la de Historia, la Cátedra de Derecho Indiano correspondía al catedrático de Historia del Derecho Español.

El catedrático don José Manuel Pérez-Prendes y Muñoz de Arraco, con quien tuve la fortuna de compartir magisterio en el Departamento de Historia de América de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid y de colaborar en el Departamento de Historia del Derecho de la Facultad de Derecho, ha dejado una huella imborrable de gran maestro universitario. Hizo una aportación científica de primerísima calidad sobre los conceptos de investigación tanto en Historia como en Derecho, así como en la formación de especialistas y estudiosos, en la de destacados investigadores del Derecho Indiano y de maestros de los estudios de Historia.

Podría escribirse un libro entero sobre la fecunda labor que desarrolló en la Universidad Complutense, y cito con orgullo, la escuela universitaria americanista, así como en el campo jurídico de la Historia del Derecho Indiano; y desde luego en el campo, de enorme importancia, de las relaciones de Historia y Derecho. La biblioteca de Pérez-Prendes es sensacional en materiales para la investigación de la ciencia histórica y de la jurídica, en toda la extensión de su riquísimo contenido. Ella avala y refrenda la huella de pensador profundo que ha quedado de manifiesto en la «Revista de Historia del Derecho», así como la «Revista Mar Oceana», donde compartió la responsabilidad de la dirección con quien esto escribe. Los saberes y profundas ideas de Pérez-Prendes quedan patentes en los dos grandes volúmenes publicados, con la modestia en él acostumbrada, titulados «Pareceres», donde ha quedado perfectamente iluminada y comprendida una larga serie de cuestiones de índole jurídica e histórica.

La formación universitaria del Doctor Pérez-Prendes ha sido inicialmente germánica y su maestro universitario indiscutible, Torres López. En Alemania, el más temprano, Hans Thiemen y Francisco Cadalso, en Italia, del cual adquirió la comprensión respecto al Derecho común: es la base de acceso al pensamiento científico jurídico. Lo más impactante de Pérez-Prendes fue, para mí, cómo supo integrarse en los objetivos metodológicos de la Revista «Annales» y en las ideas de los dos grandes maestros franceses Marc Bloch y Lucien Febvre. Tampoco dejó de marcar su criterio disidente con otros grandes investigadores como fueron Alfonso García-Gallo o Álvaro D’Ors. Siempre se mantuvo libre de vínculos de escuela fija y supo apreciar la importancia magistral del catedrático Jaime Vicens Vives. En sus monografías hizo uso de los cuadros sinópticos para apreciar debidamente la organización del Derecho Indiano procedente de la escuela histórica española, en la que prevalece la organización, que esta no se puede ni debe confundir con burocracia caótica y en la que el color de cada línea marca un orden, un sentido y una particularidad de campo propio.

La obra de Pérez-Prendes es extensísima: más de trescientas publicaciones. Siempre buscaba en ellas hasta comprender su función, el factor esencial jurídico. Como historiador rastreaba la comprensión del momento. Por ejemplo, al analizar las Cortes de Castilla concluía que su principal función fue el deber de consejo. Todas las publicaciones del profesor Pérez-Prendes están ancladas en una profunda crítica constructiva del tiempo histórico. Su colaboración en el Departamento de Historia de América ha sido de considerable valor intelectual.

Personalmente, su amistad y colaboración fue de una impagable riqueza humana y científica, difícil de superar. Su pérdida ha sido de enorme dimensión; ha dejado un capital científico e intelectual imposible de rebasar. Descanse en la paz del Señor que todo lo ordena. Su gran tesoro humano e investigador no se podrá olvidar nunca.