Al portador

«El viejo país ineficiente» otra vez, tan raro como los demás

La ministra Irene Montero, convoyada por su amiga y colega Ione Belarra, mastica rabia derrotada en la ley del «solo sí es sí» por el Gobierno del que forma parte y por la oposición

Jaime Gil de Biedma (1929-1990), poeta y tío de Esperanza Aguirre y de la fotógrafa Ouka Lelé, en uno de sus poemas más famosos, «De vita beata», lloraba por «el viejo país ineficiente», que ahora contempla atónico la magia demoscópica de José Félix Tezanos al frente del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) y en el que la Generalitat de Cataluña rechaza la Ryder Cup de golf para 2031. Supondría inversiones millonarias, 1.000 puestos de trabajo –350 permanentes– y promoción internacional. La ministra Irene Montero, convoyada por su amiga y colega Ione Belarra, mastica rabia derrotada en la ley del «solo sí es sí» por el Gobierno del que forma parte y por la oposición, que lo ha celebrado como un gran éxito. Yolanda Díaz, la siempre algo cursi «vice» segunda también votó –aunque quizá tuvo que hacer de tripas corazón– contra su propio Gobierno, sin que se haya planteado, por esa coherencia de la que presume, dimitir, como tampoco se les ha ocurrido a Montero y Belarra. Dirán que no, pero la poltrona, el coche oficial y otros pequeños asuntos tiran mucho. Todo a partir de una ley ineficiente.

Pedro Sánchez, con las encuestas buenas –las hay– de Tezanos en la cartera, se fue a Doñana para arremeter contra el PP que le ha ayudado a salir del enredo del «sí es sí». Huyó, como el soldado que sale despavorido pero sirve para la próxima batalla, y eludió asistir a la votación de la enmienda de la ley que le ha generado más dolores de cabeza. El jefe de CIS, a pesar de que ya no convence a los expertos, es un profesional capacitado, con una larga trayectoria de aciertos demoscópicos, muchos al lado de Alfonso Guerra. Pedro Arriola, el protoasesor sucesivo de Aznar y Rajoy respetaba sus predicciones de entonces. Tezanos, sin duda, tiene sus propios datos que, más o menos de forma directa, llegan a La Moncloa y todo indica que detectaban el «cabreo» de la población con los efectos de la ley «sí es sí». Eso es lo que habría obligado a Sánchez, mientras miraba hacia otro lado, a pactar con el PP la reforma del proyecto estrella de Irene Montero. Casi todo tiene explicación, excepto quizá las expectativas de voto de Sumar, obtenidas por el CIS, como señalan Ignacio Varela y los gurús demoscópicos, con un sondeo iniciado antes del lanzamiento oficial del proyecto de Yolanda Díaz. «España es un país tan raro como los demás» escribe José Álvarez Junco, en su «Nueva historia contemporánea» y, sin duda, tiene razón, pero eso –hay nuevo récord de deuda pública, 1,52 billones, por ejemplo– no anula la «ineficiencia» que lloraba Gil de Biedma.