A pesar del...

Warren deportista

La prensa gubernamental, que no subrayó que los mismos deportistas habían estado felices y sonrientes con los Reyes de España y sus hijas, no ahorró críticas a los flamantes campeones

Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, obtuvo todos los aplausos del público congregado en el Palacio de La Moncloa para recibir a la selección española de fútbol. Menos de los futbolistas.

Esto fue muy comentado, desde el gesto de Dani Carvajal, que apenas le miró a la cara, hasta la actitud de muchos otros jugadores, a los que se veía con unos deseos más que evidentes de marcharse.

La prensa gubernamental, que no subrayó que los mismos deportistas habían estado felices y sonrientes con los Reyes de España y sus hijas, no ahorró críticas a los flamantes campeones, y hasta desbarró de lo lindo pontificando sobre la perdurabilidad del franquismo, cuando se trataba de unos jóvenes normales que sienten escaso aprecio hacia Warren, como por otra parte sucede con millones de españoles. Si por mi fuera, habría hecho como la selección argentina, que se negó a ir a la Casa Rosada en 2022 a saludar al presidente Fernández. Tras la conquista de la Copa América, Milei estuvo más prudente y dijo: «Si quieren usar el balcón les cedo el uso, si están dispuestos a recibirme y saludarme sería un placer. Es una decisión que tienen que tomar ellos. Es un triunfo de ellos». Tampoco fueron. Y no pasa nada, y espero que nadie haya elaborado la ridícula teoría de que, si no van, entonces los compañeros de Messi no son demócratas.

Lo que sí eché de menos fue una mayor reflexión sobre las palabras de Warren. Empezó así: «Bienvenidos a todos y todas al Palacio de La Moncloa, la casa de todos los españoles y españolas». Cursi y falaz.

Pero venía lo mejor: «Enhorabuena a todos y cada uno de vosotros. Además de la enhorabuena quería daros las gracias por haber dado la mejor versión de España, por haber mostrado capacidad de esfuerzo, de remontada, de espíritu de equipo, de preparación, de estrategia y de juego limpio y juego bonito». Es decir, lo contrario de lo que es habitual en Warren.

Y la perla de las perlas, al final: «En el deporte profesional a veces uno se lleva la sensación de que no ha ganado el mejor». El público, cuidadosamente seleccionado por el Gobierno, aplaudió a rabiar. Los futbolistas no, porque igual habían detectado que esa profunda verdad trasciende con mucho el ámbito estrictamente deportivo.