Al portador

El «yogurín» Sánchez y los resabiados del Peugeot

Amigos personales suyos –y no son tantos– han comentado que el inquilino de La Moncloa cree que «le quieren meter en la cárcel» y que, por supuesto, desde el poder se defiende mucho mejor

Konrad Adenauer (1876-1967), primer canciller de la República Federal Alemana y uno de los llamados «padres fundadores» de la que luego llegaría a ser Unión Europea, explicaba que «en política lo importante no es tener razón, sino que se la den a uno». El que el político alemán estuviera en la Democracia Cristiana no le impide, por supuesto, a Pedro Sánchez abrazar al pie de la letra esa práctica. Óscar Puente, ministro también de trenes que cada día funcionan peor, lo dejó muy claro en su intervención en el Comité Federal del PSOE: Apoyo entusiasma a Sánchez y acusación de hipocresía a Emiliano García-Page que, aunque con circunloquios, reclamó al menos una moción de confianza. El líder de los socialistas tampoco tiene que convencer a nadie en la dirección de su partido, porque sus miembros le deben el puesto a él, como los ministros, incluido Puente, que, sin el presidente, es poco probable que estuviera donde está.

Sánchez, más allá del partido, tiene muy difícil lo de convencer, pero lo va a intentar. Ahora, además, está cada día más nervioso. Amigos personales suyos –y no son tantos– han comentado que el inquilino de La Moncloa cree que «le quieren meter en la cárcel» y que, por supuesto, desde el poder se defiende mucho mejor. Es también quizá la razón principal que le lleva a descartar un adelanto electoral, más allá incluso de las catastróficas previsiones demoscópicas salvo, claro, las de Tezanos. Ni tan siquiera necesita que sus socios de Gobierno y parlamentarios le den la razón. Es suficiente con que no le muevan la silla –y tampoco les interesa hacerlo porque saben que lo tienen cautivo– y ahí está, sin ir más lejos, la patética figura de Yolanda Díaz, capaz también de todo para conservar su poltrona. En La Moncloa y en su entorno personal, la próxima línea de defensa, que sus asesores barajan si utilizar o no, consistiría en presentar al Pedro Sánchez de la época –en otro tiempo legendaria– del Peugeot como un muy joven político inexperto, algo así como un «yogurín», del que se habrían aprovechado tres personajes desalmados y resabiados y ya con muchas conchas y batallas a sus espaldas, como José Luis Ábalos, Santos Cerdán y Koldo García. En definitiva, en su camino hacia el liderazgo socialista, habría caído, sin darse cuenta, en las redes de tipos de esa calaña que lo que buscaban era su propio beneficio y que lo utilizaban para ello. Es una estrategia, sin duda, que quizá no pretenda convencer, sino que le den la razón, como apuntaba el canciller Adenauer.