Londres

Inma Shara: «Si falta algún instrumento, España no suena como orquesta»

Directora de orquesta. Esta semana muestra su cara más solidaria dirigiendo dos conciertos en Madrid para la Fundación Pedro Arrupe

Inma Shara. Directora de orquesta
Inma Shara. Directora de orquestalarazon

Esta semana muestra su cara más solidaria dirigiendo dos conciertos en Madrid para la Fundación Pedro Arrupe

Exquisitez. Con la batuta. En el trato. Su DNI dice que ha rebasado la barrera de los 40. Puede presumir de ello. No es de dar la nota. Más bien lo contrario. Como buena embajadora de la Marca España, afina hasta cuando echa una mano. O las dos. Como el próximo fin de semana. A beneficio de la Fundación Pedro Arrupe, el viernes dirigirá dos conciertos. El viernes, con bandas sonoras de película. El sábado, un homenaje a Juan Carlos Calderón con las voces de El Consorcio. «Es increíble ver cómo en El Salvador, donde campan las maras y se vive una depresión económica, social y sanitaria, en la fundación consiguen crear un escenario de ilusión y esperanza para casi 1.800 niños sin escatimar ningún esfuerzo. Es una auténtica lección de vida».

-¿Nos hemos acostumbrado a mirar para otro lado al cruzamos con la pobreza?

- Es más, nos estamos inmunizando. Vivimos en una sociedad con tanta agresividad y competitividad, centrados tanto en lo material, que nos hemos hecho inmunes al sufrimiento de los demás.

-La música puede ejercer de antídoto...

-Indudablemente. No en vano, es alimento para el espíritu, como ocurre con la religión. Se trata de códigos de circulación éticos que nos ayudan a fijar pilares sólidos, referencias intangibles que nos centran en lo importante. En los últimos años hemos asistido a una falta de referentes palpables y esto ha hecho que se dejen a un lado valores fundamentales. Esto nos ha hecho perder la perspectiva de abordar a dónde hemos venido y hacia dónde vamos. Y ahí entra en juego la música, que da equilibrio en medio de este tiempo de convulsión.

-¿Sigue desafinando nuestro país sobremanera o comienza a apuntar maneras?

-Ha desafinado más que nunca. Hemos vivido un momento de inflexión, con familias y miles de personas que lo están pasando realmente mal... Es urgente que todos compongamos una gran sinfonía para ayudarnos unos a otros, para crear país, para que todos cantemos al unísono. Más que nunca, necesitamos apoyarnos.

-¿Qué pieza debería interpretar España?

-«La Sinfonía del Nuevo Mundo», por esa necesidad de reestructurar la sociedad en la que estábamos inmersos antes de la crisis, muy individualista y cuantitativa. Tenemos que dar un salto y pasar al mundo de los afectos y las cualidades. Un reflejo de la espiral en que nos hemos metido es cómo las nuevas tecnologías, lejos de ayudarnos a comunicarnos, nos están haciendo esclavos.

- Vamos, que estamos enganchados a Whattsapp y no lo admitimos.

-Casi le tengo alergia, soy ajena a ese mundo. Utilizo el ordenador lo justo, simplemente como un instrumento que mejora la calidad de vida, no como una hipoteca de mi vida.

- ¿Desentona mucho el discurso catalán?

-Más que nunca, necesitamos respetarnos y ayudarnos. Debemos pasar de oírnos a escucharnos evitando discursos egoístas. España es un gran país y necesita de toda la orquesta sinfónica para sonar bien. No podemos hablar de orquesta si nos faltan los trombones o la percusión. No suena.

- Fuera del escenario, ¿también le toca llevar la batuta en casa?

- Para nada. Al final, todo en la vida es armonía y eso exige siempre contar con el otro.

-Pero en la orquesta, el director es el que manda...

-Yo diría más bien que es una colaboración. El trabajo lo hacemos todos en la orquesta y se trata de que todos nos sintamos músicos, que trabajemos por y para el público.

-¿Colecciona batutas?

-Tengo alguna que otra por si hay alguna incidencia, pero hay una con la que me siento muy cómoda. Estaba en un ensayo del maestro Colin Davis, en Londres, junto al que es hoy mi marido. Fuimos al camerino a tener una conversación con él. Durante la charla, se le cayó la batuta, la recogimos y me la regaló. Desde entonces, le tengo mucho aprecio porque le admiraba profundamente.

-Versiona el «Eres tú» de Mocedades. ¿Se atrevería con el «Gangnam Style»?

-Igual conseguíamos hacer a más gente a la música clásica, no deja de ser un lenguaje universal. No sería mala idea, aunque no todo es adaptable a lo sinfónico.

-Fernando Alonso pierde hasta tres kilos y medio por carrera. ¿Usted sale derrotada de cada concierto o con ganas de comerse lo que pille por delante?

- La música en directo genera una tensión sana y si vas a conciliar el sueño de inmediato, todavía suena el eco del concierto en mi mente. Ser director de orquesta exige mucha concentración, aislamiento y equilibrio personal. Yo, lo único que necesito antes de un concierto es un poco de paz y llevar una vida disciplinada para tener en orden el aspecto físico y psicológico.

-El Papa desveló sus gustos musicales hace poco, que pasan por «La Misa en Do» de Mozart y «Las Pasiones» de Bach. ¿Qué dice de Francisco esta selección?

-Curiosamente, en los gustos musicales se identifica con Benedicto XVI y se inclina, como él, por los grandes clásicos. De hecho, cuando tuve el privilegio de dirigir en el Vaticano ante el ahora Papa Emérito, se interpretó Mozart, que fue una de sus sugerencias.

-¿La Iglesia está cambiando al compás de los tiempos?

-Tan sólo soy una humilde servidora que no me siento formada ni informada para ello. Estamos viendo que el discurso de Francisco no es tan teológico como el del anterior Papa. Su mensaje es más de calle, pero muy bien orquestado por otro lado.