Asuntos sociales

Sandra Ortega, la heredera desconocida

Nacida en 1968, psicóloga de profesión, casada y con tres hijos, la discreta primogénita de los fundadores de Inditex está llamada a sustituir a su madre como la mujer más rica de España

Sandra Ortega Mera, hija de la empresaria Rosalía Mera acompañada de su marido tras asistir al entierro de su madre en Oleiros (La Coruña)
Sandra Ortega Mera, hija de la empresaria Rosalía Mera acompañada de su marido tras asistir al entierro de su madre en Oleiros (La Coruña)larazon

Ganarse a pulso títulos como el de la mujer más rica e influyente del país tiene sus ventajas y también sus inconvenientes: puedes correr el riesgo de que tu nombre quede enterrado tras un porcentaje de accionariado y una cuenta bancaria millonaria. Pero quedar reducida a una cifra –por muy astronómica que sea– no hace justicia al legado de Rosalía Mera, la matriarca del imperio Inditex –que cofundó junto a su ex marido Amancio Ortega–, que el jueves fallecía a causa de un derrame cerebral. Quienes la conocieron de cerca saben que su compromiso social, su inquietud intelectual y esa fama de multimillonaria díscola que se granjeó preceden y –a la vez sostienen– el carácter de esa mujer que supo acumular una fortuna por sus propios méritos. Son algunas de las características que mejor la definen y, a la vez, la herencia inestimable que ha legado a su primogénita, Sandra Ortega, hoy en el punto de mira por estar llamada a suceder a su madre en ese título hostil de mujer más rica del país.

Hasta ayer, haciendo gala de su genética –proclive a huir de los «flashes»–, Sandra era la heredera sin rostro, una silueta indefinida en la cúspide del imperio, la hija fiel y una socia inseparable en los negocios de su madre, junto a quien aparece en el organigrama de algunas de las empresas que tenían en común. A pesar de que su fortuna personal ya se estimaba en más de 350 millones de euros antes del fallecimiento de Rosalía Mera, nadie había conseguido capturar su imagen y la discreción ha sido una constante en su biografía, a excepción de esa juventud rebelde en la que disfrutaba coqueteando con los chicos más subversivos del barrio. Su madre aseguraba, con esa perspicacia que la definía, que «la fama mata proyectos» y quizá escudándose en sus enseñanzas, la primogénita de los Ortega se mantuvo siempre en un discreto y prudencial segundo plano, como sus padres lo hicieron durante lustros –no hay que olvidar que Amancio Ortega mantuvo el anonimato hasta 1999, año en el que apareció en la primera memoria de Inditex–. Ayer la incógnita de su rostro se despejaba (ya que un medio local consiguió fotografiarla) y Sandra Ortega aparecía ante los medios en uno de los momentos más duros y tristes de su vida, mientras acudía junto a sus hijos al velatorio de su madre, en el tanatorio coruñés de Servisa. Salía así de las sombras y se hacía pública su imagen, aunque lo hacía en penumbra, con su cara –que tanto recuerda a la de su progenitora– velada por la pérdida de quien fue una fiel amiga y consejera.

Quienes rodeaban a Rosalía Mera aseguran que entre ella y Sandra había una conexión especial, quizá fruto de un carácter compartido, poco dado a las poses y que defendía la honestidad y el esfuerzo personal como valores fundamentales para caminar por la vida. Sandra nació en 1968 –sus padres se habían dado el «sí quiero» dos años antes–, y estudió en el colegio religioso Esclavas del Sagrado Corazón de La Coruña, aunque completaría su formación en el instituto público Ramón Menéndez Pidal. En su juventud profesó la rebeldía, pero nunca dio demasiados quebraderos de cabeza a sus padres, según aseguran quienes compartieron aula y juegos con ella. De aquellos tiempos mantiene aún sus aires bohemios, algo idealistas, que compartía con su madre, a quien también le unía su fuerte compromiso con una sociedad más justa e igualitaria. De hecho, Sandra, que estudió Psicología, es la vicepresidenta de la Fundación Paideia, el proyecto que más entusiasmó a Rosalía, una organización sin ánimo de lucro con la que ayudan a la integración de las personas con discapacidad y otros colectivos en riesgo de exclusión social.

Aunque el negocio familiar no atrajo a la primogénita del imperio Inditex, sí acabaría encontrando al padre de sus hijos en la nómina de trabajadores de la empresa. Casada con Pablo Gómez, que trabajó en el negocio familiar, el matrimonio tiene tres hijos y reside en Santa Cruz, una zona a las afueras de La Coruña. Cercana y sencilla, Sandra fue el mejor apoyo de su madre, tanto en el cuidado de su hermano Marcos –el segundo hijo de Rosalía y Amancio, que nació con una discapacidad intelectual– como en sus negocios. Madre e hija poseen la sociedad Rosp Corunna, una empresa que ha ido aumentando su capital desde su creación en 2001 y que se ha convertido en la matriz de sus inversiones en diversos sectores como el farmacéutico y el audiovisual, entre otros. Sandra poseía hasta el momento el 14% de esta coorporación y su madre, el 86%, por lo que algunos especuladores económicos ya la señalan como la próxima mujer más rica de España. A su parte correspondiente de los 4.700 millones de euros que poseía Rosalía Mera se le sumará en un futuro la porción que perciba de su padre Amancio, quien controla casi el 60% del gigante Inditex. Y mientras los tiburones hacen cuentas, Sandra Ortega no piensa hoy en lo que puede ganar, sino en todo lo que ya ha perdido y, por desgracia, ya no volverá.