Bilbao
Don Ricardo, el conciliador
El nombramiento de Don Ricardo Bláquez como cardenal constituye para la Iglesia un motivo de gran alegría. Sabemos de su talla como teólogo, pastor y hombre de Iglesia, sin olvidar su bondad y la impronta religiosa que pone a lo que hace y dice. Hombre de palabra serena, honda y siempre inspirada en la fe, sabe esperar y unir. En resumen, es un hombre profundamente bueno, lo que avala su trayectoria como pastor en varias diócesis. Desde su Ávila natal y presbiteral, pasando por Salamanca, testigo de su magisterio teológico, hasta Santiago de Compostela, Palencia, Bilbao y Valladolid, donde ha ejercido y ejerce el ministerio episcopal. Es un teólogo afectuoso: sus escritos están marcados por el afecto sencillo y sincero a lo que cree; no es un teólogo frío, escribe desde dentro y su voz transmite que es testigo.
Me gustaría resaltar otra cualidad. Es un hombre de conciliación. Sin mucho ruido ha puesto paz en tareas dificultosas; ha sabido caminar al ritmo de todos. Su trayectoria vital y ministerial han hecho de él un elemento clave para la conciliación en la Iglesia española. Sus intervenciones han centrado los temas y buscado siempre el punto de unión; más lo que nos une que lo que nos separa, lo que en este momento se hace muy necesario.
Hace tiempo leí unas palabras suyas que vienen a demostrar su visión: «La esperanza en Dios es una gracia inmensa y un servicio inestimable a los demás. Cuando se palpan la debilidad, la limitación, que roza con la impotencia, y las disminuciones; cuando se comprueban reiteradamente la indiferencia e incluso las resistencias al Evangelio; cuando se impone la necesidad de abrir nuevos caminos y no se sabe bien cómo ni por dónde....; cuando estas experiencias se acumulan, esperar contra toda esperanza es un don precioso de lo alto». La Iglesia universal y el Sucesor de Pedro ganan un gran colaborador, y la Iglesia española una voz competente y autorizada en la Sede del apóstol Pedro.
*Obispo de Guadix-Baza
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