Salud

Cáncer de pulmón: los hitos del decenio y los nuevos retos

Imagen de un hombre encendiendo un cigarro
Imagen de un hombre encendiendo un cigarrolarazon

El cáncer de pulmón continúa siendo, a día de hoy, el que más muertes causa a nivel mundial. En España, su incidencia aumenta cada año y en esta última década (que en unos días dejamos atrás), ha aumentado en un 11% en nuestro país. Pero las estimaciones no son demasiado halagüeñas y, para el 2030, se prevé un aumento de casi el 23% de casos de neoplasia de pulmón en nuestro país. Además, estos últimos años hemos sido testigos de un claro crecimiento de casos de este tipo de cáncer en la población femenina: el hábito tabáquico en las mujeres, cada vez mayor, ha sido el responsable y, los datos, no nos sugieren una variación esperanzadora.

Estamos ahora mismo ante la tesitura de que el 80% de los casos de cáncer de pulmón pueden prevenirse evitando o dejando de fumar, de que sólo el 15% de los pacientes detectan su enfermedad en estadios iniciales, y que concienciar a la población de sus factores de riesgo, causas, síntomas, y de la importancia del diagnóstico precoz, son actos de especial relevancia que nos permitirán abordar esta enfermedad y cambiar los peligrosos datos a los que nos acercamos.

Pero no todo son malas noticias. Por suerte, hemos sido testigos de un cambio terapéutico en el tratamiento del cáncer de pulmón y es uno de los tumores con más novedades tanto en diagnóstico como en tratamiento. Los mayores hitos dentro del tratamiento de esta neoplasia en los últimos años han sido, en mi opinión, dos grandes novedades en el abordaje de este tipo de tumor que merecen ser mencionadas en cuestiones de diagnóstico y tratamiento específico: inmunoterapia, nuevas fronteras y nuevos aspectos; en cuanto a diagnóstico, nos encontramos la posibilidad de la identificación de nuevas poblaciones pacientes con un marcador específico que identifica ese sustrato especial y cada vez que descubrimos algún tipo de marcador molecular, en general hay un fármaco asociado a ello. Por ejemplo, empezamos a descubrir que en pacientes con alteraciones BRAF o NTRK hay fármacos muy efectivos. Lo mismo en otros tipos de cáncer de pulmón como el MET o ROS o KRAS, pacientes que hace muy poco, ni diagnosticábamos con esa precisión ni teníamos fármacos para ellos. Igualmente, se han identificado marcadores moleculares que parece que influyen en la resistencia a la inmunoterapia (otro gran hito del que hablaré más adelante). En definitiva, hoy cada vez es mayor el porcentaje de pacientes con mutaciones específicas y con tratamiento específico eficaz. Bien es cierto que son pequeños, pero se van sumando, por lo que cada vez, el sustrato de pacientes con tratamiento específico va creciendo.

Y es que antes, la medicina de precisión se centraba puramente en una mutación concreta y un tratamiento específico. Ahora tenemos que, y lo estamos haciendo, ampliar ese espectro de medicina de precisión a todo, y descubrir qué pacientes se benefician de la inmunoterapia y quién no. Este es uno de los retos futuros en el abordaje terapéutico y de diagnóstico en el cáncer de pulmón.

Hablando de inmunoterapia, el gran cambio de la década en Oncología, que continúa cobrando fuerza pasando de ser un tratamiento en segunda línea a primera línea con una efectividad clara. Además, hemos evolucionado del manejo con una sola inmunoterapia a varias asociadas, lo cual ha impactado de forma muy positiva en los pacientes, independientemente de la expresión del receptor PD-L1 (el mecanismo de resistencia que desarrollan las células tumorales para escapar del sistema inmune); y a las combinaciones de Inmunoterapia con quimioterapia como el que presentamos este año en Barcelona con el “Estudio Nadim”: dos grandes éxitos que nos deja este año.

Esta investigación ha sido un enorme avance descubierto en España. Hace apenas unos meses, desde el Grupo Español de Cáncer de Pulmón (GECP) pudimos presentar en el Congreso Mundial de Cáncer de Pulmón de Barcelona el Estudio Nadim: un ensayo clínico llevado a cabo en unos 26 hospitales españoles, liderado por el GECP, y que es el primer estudio del tratamiento con quimioterapia e inmunoterapia previo a cirugía que intenta aumentar la tasa de resección de estos pacientes, la respuesta patológica completa, y la supervivencia global. Y el objetivo del estudio se ha cumplido con creces. Hemos obtenido mucha más respuesta, mucha más supervivencia y al tiempo que tasa de respuestas patológicas completas de lo que podíamos imaginar al inicio de este estudio.

Una investigación de referencia a nivel mundial que ha sido la prueba de concepto necesaria para sentirnos orgullosos porque nunca se había visto algo así: tras casi tres años, el 80% de los pacientes tratados según este estudio (que combina quimioterapia con otro tratamiento basado en la inmunoterapia inyectado por vía intravenosa –nivolumab–), siguen vivos y sin recaídas en la enfermedad. Además, creo que es relevante destacar que la mayoría de las personas con las que se ha practicado este ensayo clínico, han mostrado una toxicidad mínima y una muy buena tolerancia al tratamiento.

Con todo esto, tenemos cada vez más fármacos y más opciones, pero existen retos de cara a este nuevo año y decenio. Hay que seguir progresando en la identificación tanto de los pacientes más sensibles a la inmunoterapia como la de aquellos resistentes antes de aplicarla. Poder definir bien qué afectados se pueden beneficiar y cuáles no se convierte en un gran reto a futuro que los investigadores debemos ponernos por delante. Y es que en Oncología siempre investigamos desde la peor situación, de la más extrema, más de la prueba de concepto, a la más precoz; y bajo mi punta de vista, es unos de los grandes retos que quedan por cumplir: investigar en situaciones precoces y tratar de curar más pacientes desde su diagnóstico más temprano.