Una profesión de riesgo

Es verdad que ningún Gobierno del mundo podía haber previsto la pandemia, pero también lo es que esta crisis sanitaria mundial nos ha cogido con el paso cambiado. La posición española en el ranking de médicos ha ido perdiendo enteros año tras año y ahora nos encontramos en esta terrible situación, en la que los profesionales contagiados superan los 12.300. Según alertó la semana pasada el Colegio Oficial de Enfermería de Madrid (CODEM), cerca de 2.000 profesionales de este colectivo estarían en estos momentos inactivos por el coronavirus, ya sea por haber dado positivo o por encontrarse a al espera del test que lo confirme. La enorme falta de personal llevó al ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, a asegurar que se han agilizado al máximo todos los procedimientos para que aquellos extranjeros que puedan trabajar como médicos en España consigan sus permisos y se incorporen «lo antes posible» al sistema sanitario para hacer frente a la pandemia de coronavirus.

¿Y qué ocurre en el resto del mundo? Una buena prueba de que la desesperación por la falta de manos no es exclusiva de nuestro país es que la Universidad de Nueva York, el estado convertido en el epicentro del contagio en Estados Unidos, va a permitir a todos sus estudiantes de Medicina que se gradúen antes de tiempo para que puedan incorporarse a filas porque esto es lo más parecido a una guerra que vamos a vivir en nuestro tiempo. Y siguiendo con la analogía del conflicto bélico, los soldados de esta batalla son, sin ninguna duda, los hombres y mujeres de nuestro personal sanitario. Cada día combaten en primera línea, la mayoría de las veces sin el equipo de protección adecuado. Precisamente, este fue uno de los grandes temas del debate en el Pleno del Congreso hace una semana para la extensión del estado de Alarma. Tal y como dijo el líder del PP, Pablo Casado: «En las guerras los gobiernos no mandan a los soldados al frente sin casco, sin chaleco y sin munición».