Entrevista

Jonathan Benito: «Practicar la amabilidad nos hace vivir más y con menos enfermedades»

Jonathan Benito es profesor e investigador de Neurociencia

Jonathan Benito
Jonathan BenitoJAVIER OCAÑALA RAZÓN

Con un tono calmado a la par que vibrante, la conversación con Jonathan Benito supone un chute de energía positiva que resulta transformador. Este reconocido neurocientífico, profesor e investigador en la Universidad Autónoma de Madrid, llega ahora con el libro titulado «El poder de la amabilidad» (Editorial Planeta), una obra en la que explica cómo la neurociencia ayuda a mejorar las relaciones, atraer lo bueno y vivir más y mejor.

En una sociedad tan competitiva e individualizada como la actual, ¿es necesario un libro que nos recuerde el poder de la amabilidad?

Sí. Vivimos en un mundo en el que, en general, somos amables y cuidamos al prójimo, pero estamos inundados por comportamientos ariscos y por un cierto egocentrismo basado en la individualidad. Por eso este libro es una reivindicación de que existe otra alternativa que, además, genera mucho bienestar.

¿Ser amables nos hace mejores?

Sin duda, porque se ha demostrado que no son los más fuertes ni los más inteligentes los que sobreviven en un entorno hostil. La amabilidad es una estrategia mucho más eficaz y poderosa que cualquier otra y se ha visto que las personas que lo practican tienen menos enfermedades y viven más.

¿Cómo impacta en nuestra salud?

Ser amables aporta mayor bienestar emocional y eso se traduce también a nivel físico. Cuando alguien es más antipático o actúa con agresividad, con actitudes hostiles, genera situaciones tensas de estrés, y ese estrés mantenido a lo largo del tiempo es sinónimo de cortisol. El sistema circulatorio es particularmente sensible a los efectos del estrés, ya que el cuerpo interpreta que hay algún peligro, generando coágulos de sangre que aumentan el riesgo de ictus, infarto u otros problemas de salud muy graves.

¿Y a nivel emocional?

Por supuesto que también, ya que si practicas esa amabilidad se genera un entorno más propicio a que todo fluya sin problemas, haciendo que todo sea más fácil. Además, practicar la gratitud o hacer pequeños actos de bondad nos acerca más a los demás y eso da pie a la felicidad, que está en las pequeñas cosas del día a día.

¿Ser agradecido también cura?

Siempre he sido un escéptico de la idea de la gratitud como fuente de bienestar, pero he comprobado que funciona. Nos cuesta trabajo agradecer las pequeñas cosas, por eso propongo hacer un diario de gratitud y, antes de dormir, recordar cada día los motivos que tienes para estar agradecido. El cerebro se acuerda más de las cosas malas, ya que suele rumiarlas, que de las buenas; por eso es necesario hacer el esfuerzo de obligarnos a escribir o apuntar todo lo positivo que nos ocurre.

¿A todo esto se nace o se aprende?

Hay personas sociales por naturaleza, pero se puede aprender y entrenar. Por ejemplo, sabiendo que hay que combinar amabilidad con asertividad para evitar que sea confundida con debilidad. Con ello se consigue una comunicación más efectiva con los demás y, gracias a ello, unas relaciones interpersonales más saludables y equilibradas. En la escuela se deberían enseñar habilidades asertivas para aprender a relacionarse.

En su libro habla, por ejemplo, del valor de la sonrisa. ¿Es tan poderosa?

Es la que más impacto positivo va a causar en tu vida y la herramienta de comunicación social más poderosa que posee un ser humano, ya que manda un mensaje de tranquilidad al que está en frente, lo que reduce el nivel de tensión y de estrés.

¿Un mensaje final?

Que hay que abrir un poco la mente y darle una oportunidad a la amabilidad, porque con ella la vida nos irá mejor.